Sin lluvias
no hay carnavales

Domingo
viajó a las alturas de Lima y Junín y comprobó un escenario preocupante: debido
a El Niño, está lloviendo muy poco en la Sierra Central, lo que ha reducido en
un 20% las reservas que abastecen a la capital. Si esta situación continúa,
podría haber nuevas restricciones en el servicio. Antes de llenar su piscina o
lanzar un baldazo de agua a los amigos, piense en eso.
Las ovejas
de doña Alejandra Guadalupe (73) han entrado a la reserva de agua de Antacoto.
Son alrededor de un centenar y en este
momento pastan despreocupadamente sobre una formación geológica que en esta
época del año debería ser una isla y que hoy, debido al bajo nivel de las
aguas, es solo un pequeño monte. A unos cien metros de distancia, doña
Alejandra las observa, sentada junto a 'Leal', su chusco de dos años. Y habla
de la lluvia. De la misteriosa falta de lluvia.
–Este año no
llueve, señor. Llueve un poquito, cae, llueve un poquito, cae. ¡Mire cómo está
la laguna! – dice, sin dejar de mover el viejo huso con el que hila la lana de
sus animales. –¡Otros años era todo esto!– señala la pared de uno de los diques
de la reserva. –Hasta ahí llegaba... ¡Y ahora!

Estamos en
el distrito de Marcapomacocha, provincia de Yauli, departamento de Junín, a
cinco horas en camioneta desde Lima. Esta es la zona donde se desarrolla Marca
III, el complejo sistema de captación de agua de la cuenca del Mantaro, que incluye
45 kilómetros de canales, diez kilómetros de túneles, tres kilómetros de
sifones, varias lagunas (entre ellas, la de Marcapomacocha) y, principalmente,
la reserva de Antacoto, la más importante de toda la red de 19 lagunas y tres
represas que abastecen de agua potable a Lima y el Callao.
Hemos
llegado hasta aquí junto a un equipo de técnicos de Sedapal, liderados por el
ingeniero Rómulo Carhuaz, para conocer lo que está ocurriendo con las fuentes
de agua de la capital. Hace semanas que Sedapal viene advirtiendo que no está
lloviendo lo suficiente en la Sierra Central a causa del Fenómeno El Niño, lo
que está provocando que las reservas no se llenen como se deben de llenar en
esta época del año.
Y eso es lo
que vemos. Sentados junto a doña Alejandra, miramos a las ovejas caminar sobre
una playa de tierra que debería estar cubierta de agua.
–A nosotros
también nos extraña bastante– dice la anciana. –Los carneros tienen que bajar
para tomar su agua.
El año
pasado, a estas alturas de la temporada de lluvias, Antacoto ya tenía 83
millones de metros cúbicos de agua. Hoy con las justas raspa los 72. Con el
correr de las semanas, la diferencia con respecto al año anterior (y a todos
los años anteriores) podría ampliarse si, como ha indicado el Senamhi, el déficit
de lluvias continúa.
–Esta es la
más grande de las tres– dice Rómulo Carhuaz, señalando las aguas color turquesa
de la reserva. –Tiene una capacidad de 120 millones. Se abastece solo de agua
de lluvias, que bajan por las quebradas, por las escorrentías. ¡Este es el
pulmón de Sedapal!
Por
momentos, el viento que sopla en estas alturas se lleva sus palabras. Silba.
Estremece el espejo de agua. Y le tira el sombrero a doña Alejandra.
Hay nubes.
Gordas. Oscuras. Pero no hay lluvia.
TIEMPO DE COSECHA
El año para
Sedapal tiene dos temporadas. La temporada de almacenamiento (o cosecha de
agua), de diciembre a abril. Y la de descarga, de mayo a noviembre. En la
primera, el agua de las lluvias se almacena en las 22 reservas y lagunas. Los
limeños nos abastecemos del cauce natural de la lluvia (y el deshielo) que baja
por el río Rímac. El agua de las reservas no se toca. Es recién a partir de
mayo, cuando ya no hay lluvias que alimenten al Rímac (ni al Chillón), que se
echa mano de las aguas almacenadas.
Pero desde
diciembre, a causa de la ausencia de lluvias, Sedapal ha tenido que hacer
descargas puntuales de las reservas. De Antacoto, por ejemplo, se ha descargado
alrededor de 8 millones de metros cúbicos en los últimos dos meses, según
explica Rubén Aguilar (44), operador de las compuertas.
Al día
siguiente, en Lima, la gerenta de Producción y Distribución de Sedapal, Yolanda
Andía, confirmará el dato.
–Lo hemos
hecho de forma puntual para atender el abastecimiento de estos días. Esto no se
hace normalmente, es un situación extraordinaria.
Extraordinaria
y preocupante. Las reservas deben llegar al tope de su capacidad para mayo,
cuando comienza el período en el que deben abastecer de agua a la capital. Pero
el hecho de que no esté lloviendo lo suficiente sumado al hecho de que se estén
efectuando descargas anticipadas, incita el temor. ¿Sería posible que las
reservas no se llenen a tiempo?
En Antacoto,
Rómulo Carhuaz comparte ese temor. Dice que los pronósticos de este año no son
alentadores, que el Senamhi ha dicho que en febrero y marzo habrá en la Sierra
Central lluvias menores al promedio histórico y que si eso fuese verdad, existe
la posibilidad de que no se llenen las reservas antes de mayo.
Rubén
Aguilar, el operador de Antacoto, que vive en Marcapomacocha, dice que el
martes por la noche llovió, después de varios días, una lluvia fuerte que duró
hasta la mañana del miércoles. Pero que desde entonces no hay señales de que
vuelva a llover. Miramos el cielo. Las nubes gordas y oscuras siguen allí arriba,
demasiado arriba. Rómulo Carhuaz dice que el viento que viene del Pacífico se
las está llevando hacia el Este. No, esta tarde no habrá lluvia.
Más
temprano, en la reserva de Yuracmayo, en el distrito de San Mateo, provincia de
Huarochirí, Lima, Orlando Recalde (61), operador de la represa, se mostró más
optimista.
– Se ha
demorado pero ya está empezando a llover. Para mayo ya debe estar lleno.
En Lima, le
preguntamos sobre este asunto a la ingeniera Grinia Ávalos, directora de
Climatología del Senamhi.
–Nuestros
pronósticos para la cuenca del Rímac nos indican una disminución de las lluvias
en febrero. Creemos que las lluvias que se puedan dar en marzo serán
insuficientes para recargar las lagunas. Hay un escenario preocupante.
Yolanda
Andía, la gerenta de Producción y Distribución de Sedapal, es mucho más cauta
en sus proyecciones.
–Por el
momento, las lluvias son escasas. Antes de hacer el análisis vamos a ver qué
pasa en los próximos días.
Lo que está
fuera de discusión es que el volumen de las aguas almacenadas en las reservas
es significativamente menor al de otros años. Andía indica que hay entre un 20
y un 25% menos agua almacenada que en la misma época de 2015. Pero, agrega, hay
que esperar.
–El sistema
es cambiante. La naturaleza es impredecible.

FIESTAS DE DERROCHE
Mientras
esta es la situación en las fuentes de agua de Lima y Callao, hoy comenzarán a
celebrarse los carnavales. Chicos y grandes se arrojarán globos y baldes con
agua y ocuparán las calles con sus rebosantes piscinas. Todos ignorantes de lo
que ocurre en las montañas.
Según
Sedapal, los vecinos de la capital desperdician 120 mil metros cúbicos de agua
durante carnavales. 120 mil metros cúbicos que equivalen en dinero a 348 mil
soles. 120 mil metros cúbicos que podrían servir para el consumo de 8 mil
familias de las zonas perirubanas. 120 mil metros cúbicos que desde hoy y
durante los próximos tres domingos terminarán en el piso, inservibles.
Debido a la
ausencia de lluvias, desde mediados de enero Sedapal redujo la presión del agua
en los caños de Lima y Callao durante las madrugadas. Cuando se tomó esa
decisión el escenario no lucía tan complicado como ahora. Preguntada al
respecto, Yolanda Andía no descartó que se puedan tomar nuevas medidas
restrictivas en el futuro. Sin embargo, antes que pensar en medidas de este
tipo, hizo una exhortación a los ciudadanos que derrochan el agua durante estas
fiestas.
– El agua
que le echas a tu amigo viene desde los 4,700 metros sobre el nivel del mar, a
lo largo de más de 150 kilómetros por el río Rímac. Valora ese esfuerzo. No la
desperdicies.
Óscar
Miranda – La República
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