Ensayo clínico en bebés
peruanos con
arroz transgénico es
llevado a la CIDH
Cuando estaban haciendo cola en el tópico,
las captaron unas enfermeras. "Me dijeron: No te preocupes, aquí en el
hospital hay un programa en el que van a atender a tu hijo ahorita",
relata D.C.G, mamá del niño que en el ensayo clínico rebautizaron con el código
GFCC87. La llevaron a un área de rehidratación y le dieron un documento de 4
páginas con un enrevesado título: "Comparación de Soluciones de
Rehidratación Oral de Glucosa, Arroz y Arroz Lactoferrina/Lisozima en el Manejo
de la Diarrea en niños peruanos".
"Miré la hoja y vi puras letras sobre un
suero a base de arroz, pero no sabía lo que era la lisozima humana ni la
lactoferrina. La enfermera me quitó la hoja y empezó a leerme de forma rápida.
Apúrate, me dijo, cómo vas a decir que no si te van a dar pañales. Para
entonces, mi hijito estaba llorando sin parar", recuerda.

Sus hijos participaron junto con al menos 138
bebés del Instituto Especializado de Salud del Niño y el Hospital Belén de
Trujillo en un ensayo clínico patrocinado por el laboratorio estadounidense
Bioscience de una Solución de Rehidratación Oral de arroz modificado
genéticamente para la producción de dos proteínas humanas: lactoferrina y
lisozima.
Este
producto no había sido probado antes en humanos y no tenía la autorización de
la Food and Drugs Administration (FDA), la entidad reguladora estadounidense.
Aun hoy, este producto no ha sido comercializado. Uno de sus componentes, la
lisozima recombinante, es vendida por el laboratorio bajo un permiso GRAS
(Generally Regarded as Safe) para su uso industrial o como preservante o
aditivo. Sigue sin ser autorizado como fármaco.
ESCÁNDALO
El 2006, la Asociación Médica Peruana
denunció el caso a los medios de comunicación. Viendo la tele, estas mamás se
enteraron que lo que habían firmado era un consentimiento para que usaran con
sus hijos un rehidratante experimental cuyos posibles efectos a largo plazo son
hasta el momento desconocidos.
Sus hijos, hoy ya de 10 años, padecen
diferentes alergias alimentarias y problemas respiratorios leves. Ellas son
conscientes de que no hay manera de probar que estas sean a consecuencia de su
participación en el ensayo. Pero desde entonces, no viven tranquilas.
"Ellos
violaron los derechos de nuestros hijos", dice D.C.G. "No nos
informaron de forma correcta porque de ninguna forma hubiera permitido la
participación de mi hijo por más pobre que hubiera estado en ese tiempo. Ellos
abusaron de nuestra ignorancia y desesperación".
Ambas madres, con apoyo de los abogados de la
Asociación Médica Peruana, denunciaron el caso en la Segunda Fiscalía
Provincial Penal de Lima, pero la demanda fue declarada no fundada. Esta
resolución fue ratificada por la Quinta Fiscalía y de nuevo archivada en
segunda instancia. En su denuncia, incluían como responsables a la entonces
ministra de Salud, Pilar Mazzetti, y al director del Instituto de Salud del
Niño, Dante Figueroa.
Ante
el escándalo, la Ministra admitió la realización del ensayo clínico y lo
calificó de Fase III, es decir, ya experimentado en adultos, algo que desmiente
un informe defensorial. "Hubo
presión política y nos archivaron", opina J.S.T. "Nos llegaron a
acusar de que levantábamos una cortina de humo".
Ante la falta de justicia en el fuero
interno, ambas madres, con el apoyo del Instituto de Defensa Legal (IDL), han
llevado el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por violación
al derecho fundamental al debido consentimiento informado. "Si la Comisión
admite la petición, será el primer caso de ensayos clínicos que va a investigar
el sistema interamericano", precisa Lilia Ramírez, abogada de las
víctimas.
IRREGULARIDADES
Mientras la entonces ministra de Salud, Pilar
Mazzetti, restaba importancia al caso y lo tildaba de "alarmista", la
Defensoría del Pueblo inició una investigación que concluyó en un contundente
informe.
Según el oficio 1171-2006-OD-Lima dirigido a
Patricia J. García, entonces jefa del Instituto Nacional de Salud (INS), la
Defensoría advierte de problemas en el procedimiento de autorización del
estudio clínico "relacionados con la falta de cuestionamientos ante la
inobservancia de postulados éticos establecidos en la Declaración de
Helsinki", que rige internacionalmente en la experimentación médica. Entre
ellos, la falta de información sobre los riesgos previsibles del producto en
experimentación en el formato del consentimiento informado. Es más, la
Defensoría advierte incluso la falta de rigurosidad científica de los
resultados dados a conocer por los investigadores. (Ver despiece).
Además,
La República ha accedido a información adicional. Claudio Lanata, también
médico del Instituto de Investigación Nutricional que llevó a cabo este
controvertido ensayo clínico, desde 2005 integraba el Comité de Ética del
Instituto Nacional de Salud, entidad que en su día aprobó este ensayo.
La
investigadora principal de este estudio, Nelly Zavaleta, así como Claudio
Lanata, han seguido al frente de ensayos clínicos. En el caso de Lanata, fue
sancionado por el Instituto Nacional de Salud en 2008 por no contar con un
adecuado consentimiento informado de las madres de los niños que participaron
en Piura en un ensayo clínico de una vacuna del dengue.
NUEVO
REGLAMENTO
Si bien en la vía penal el caso quedó cerrado,
provocó un terremoto en el sector salud. Producto de este remezón, Pilar
Mazzetti, promulgó el primer reglamento de ensayos clínicos que ha tenido Perú.
Sin embargo, esta norma fue flexibilizada tan solo unos meses después por su
sucesor, Carlos Vallejos.
Recientemente, el Ministerio de Salud ha
reconocido la necesidad de hacer un reglamento "más estricto" para
proteger a las poblaciones vulnerables y a través de un Decreto Supremo ha
anunciado la prepublicación de una nueva norma.
Investigadora dice que no se usó arroz transgénico
La República solicitó una entrevista con
Nelly Zavaleta, investigadora principal de este ensayo clínico. En respuesta,
Zavaleta envió una carta notarial al diario. En la carta, a nombre del
Instituto de Investigación Nutricional para el que sigue trabajando, sostiene
que "no se empleó arroz transgénico en el estudio, lo que se utilizó fue
lactoferrina y lisozima, que son las proteinas que se encuentran en la leche
materna y también en lágrimas y secreciones nasales, que ayudan a la función del
sistema inmunológico, tienen propiedades antimicrobianas, antivirales,
antiparasitarias y antihongos y, favorecen la utilización de los
nutrientes."
Zavaleta afirmó en la carta que su
investigación "demostró que dichas proteinas al ser adicionadas a las
sales rehidratantes reducen la duración de la diarrea un 30%". También
afirma que contó con el consentimiento informado de los padres y que la
investigación fue autorizada por 3 comités de ética: el del Instituto Nacional
de Salud, del Instituto de Investigación Nutricional y el de la Universidad de
California.
El
patrocinador del estudio, Ventria Bioscience, es productor de 2 variedades de
arroz transgénico con alta expresión de ambas proteínas recombinantes. "El
arroz que se empleó fue producto de un cultivo genéticamente manipulado",
declaró contradiciendo a la investigadora Gonzalo Gianella, médico y
especialista en conflictos entre medicina y Derechos Humanos. "Se le
introdujo genes al arroz para que exprese proteínas humanas. Que sean proteínas
humanas no lo hace inofensivo necesariamente", explicó. (Beatriz Jiménez –
La República)
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