lunes, 30 de noviembre de 2015

JUSTICIA



La batalla de Azucena

Por denunciar un insulto racista la hostigaron, le inventaron un robo, la despidieron del trabajo, sin embargo y tras dos años de batalla legal, Azucena Algendones sigue entera. Es la primera mujer afroperuana que gana un juicio por discriminación racial.

Luchadora.  Azucena Algendones posa frente a Palacio de Gobierno. Padeció del síndrome Stevens-Johnson por lo que casi pierde las piernas. Hoy se apoya en un bastón. 

“Si no ganábamos nos íbamos hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, dice muy segura de sí Azucena Asunción Algendones, afroperuana de 43 años, que ha ganado en primera instancia un juicio por discriminación racial contra dos funcionarios de la empresa de agua y alcantarillado SEDAM Huancayo.

Después de sortear dos años de idas y venidas a la corte, malos tratos e insultos por algunos de sus compañeros de trabajo, la señora Algendones tiene, como se dice,  el “cuero duro”, es resistente a todo. Si perdía habría apelado la decisión del juez y continuado firme hasta llegar a San José de Costa Rica.

Según la resolución del juez Omar Quispe, los acusados, el gerente general del SEDAM Luis Pérez, y el jefe de recursos humanos Augusto Santisteban, han cometido “delito contra la humanidad en la modalidad de discriminación”, por lo que se les ha sentenciado a tres años de pena privativa de libertad suspendida, inhabilitación para ejercer cargos públicos y una reparación civil de cinco mil soles.

La señora Algendones viajó a Lima esta semana para dar una conferencia de prensa por lo histórico de la sentencia, pues por primera vez en el país se juzga penalmente un acto de discriminación racial.

"Hasta hoy solo se han juzgado casos por discriminación de género o contra personas con discapacidad, nunca por una ofensa a la raza", dice Bernardo Cáceres del Ministerio de Cultura. Esa institución estatal tiene una plataforma en internet llamada Alerta contra el Racismo, en la que escribe gente denunciando exclusión de todo tipo: desde empleadas domésticas a las que les prohíben usar el ascensor hasta los insultos que algunos consideran naturales: "serrano", "negro", "cholo".  Son alertas ciudadanas, no denuncias legales como el caso de Azucena.
TRÁGAME TIERRA
Sin embargo, aún no se ha hecho justicia del todo en el caso Algendones, pues Judhy Pérez,  la ex relacionista pública que la insultó, ha salido libre de este pleito.  Los hechos sucedieron así:

“La armonía se rompió en marzo del 2012 –recuerda Azucena, que hasta ese entonces tenía 15 años laborando como secretaria– entré al área de facturación a buscar a una compañera y me encontré con la señorita. Cuando paso por su lado pone cara de asco y hace el ademán de sacudirse el hombro y yo le digo: ¿Lo hace por mí? Y ella me responde así, sin anestesia: Cállate, negra cocodrilo. En ese momento quería que me tragara la tierra. Nunca nos habíamos hablado y ella tomaba tan  natural su ofensa”.

Tras este hecho y como un juego de dominó, una a una se sucedieron  situaciones de hostigamiento contra Algendones.

Primero se quejó en la Jefatura de Recursos Humanos y pidió una llamada de atención para Pérez, pero la sanción administrativa nunca se hizo efectiva.

Con el pasar de los días, la actuación de la relacionista pública bajó aún más de nivel. “Tuve que usar audífonos para no escuchar lo que me decía cuando me la cruzaba. Tengo testigos, me veía y gesticulaba sin voz: n-e-g-r-a”, dice Algendones.

Al ver que nadie le hacía caso,  Azucena se encadenó a las rejas de la puerta de ingreso de su trabajo. La prensa huancaína se interesó en su caso. Entonces decidió denunciar la discriminación ante la Defensoría del Pueblo y aquí, según cuenta, es que su trabajo se convirtió en un campo minado. “Le pidieron a Johana Suice, la única testigo que vio la ofensa de Pérez, que no me siga apoyando o de lo contrario perdía el trabajo. El gerente general me llamó un día a su despacho y me dijo que se sentaba en la Defensoría y en mi dignidad. Se corría la voz de que me querían sacar del trabajo y, ¿qué crees?, un día marco mi asistencia y aparece en la pantalla: un mono”. La querían cansar. La derivaron como cajera a una sucursal de SEDAM. La acusaron de haber robado de la caja. Le abrieron una denuncia penal en la que la institución pedía una reparación de 30 mil soles y cuatro años de prisión.  La despidieron. Estuvo desempleada.  Ya sin nada que perder, Algendones decidió demandar penalmente a los funcionarios de SEDAM el 26 de junio de 2013. Los ha demandado por discriminación, también por hostigamiento y por despido arbitrario. Ha ganado. Recuperó su  trabajo y ahora su nombre ha quedado para la historia porque es la primera ciudadana que demandó una discriminación racial y ganó. Su caso es un hito.

Su abogado César Cárdenas dice: "La gente pensó que el caso no prosperaría pero aquí nos tienes". Señala, además, que seguirán en la batalla. La justicia los ampara. 


Juana Gallegos – La Republica



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