La batalla de Azucena
Por denunciar un insulto racista la hostigaron, le
inventaron un robo, la despidieron del trabajo, sin embargo y tras dos años de
batalla legal, Azucena Algendones sigue entera. Es la primera mujer afroperuana
que gana un juicio por discriminación racial.

“Si no ganábamos nos íbamos hasta la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, dice muy segura de sí Azucena Asunción
Algendones, afroperuana de 43 años, que ha ganado en primera instancia un
juicio por discriminación racial contra dos funcionarios de la empresa de agua
y alcantarillado SEDAM Huancayo.
Después de sortear dos años de idas y venidas a la
corte, malos tratos e insultos por algunos de sus compañeros de trabajo, la
señora Algendones tiene, como se dice,
el “cuero duro”, es resistente a todo. Si perdía habría apelado la
decisión del juez y continuado firme hasta llegar a San José de Costa Rica.
Según la resolución del juez Omar Quispe, los acusados,
el gerente general del SEDAM Luis Pérez, y el jefe de recursos humanos Augusto
Santisteban, han cometido “delito contra la humanidad en la modalidad de
discriminación”, por lo que se les ha sentenciado a tres años de pena privativa
de libertad suspendida, inhabilitación para ejercer cargos públicos y una
reparación civil de cinco mil soles.
La señora Algendones viajó a Lima esta semana para dar
una conferencia de prensa por lo histórico de la sentencia, pues por primera
vez en el país se juzga penalmente un acto de discriminación racial.
"Hasta hoy solo se han juzgado casos por
discriminación de género o contra personas con discapacidad, nunca por una
ofensa a la raza", dice Bernardo Cáceres del Ministerio de Cultura. Esa
institución estatal tiene una plataforma en internet llamada Alerta contra el
Racismo, en la que escribe gente denunciando exclusión de todo tipo: desde
empleadas domésticas a las que les prohíben usar el ascensor hasta los insultos
que algunos consideran naturales: "serrano", "negro",
"cholo". Son alertas
ciudadanas, no denuncias legales como el caso de Azucena.
TRÁGAME TIERRA
Sin embargo, aún no se ha hecho justicia del todo en el
caso Algendones, pues Judhy Pérez, la ex
relacionista pública que la insultó, ha salido libre de este pleito. Los hechos sucedieron así:
“La armonía se rompió en marzo del 2012 –recuerda
Azucena, que hasta ese entonces tenía 15 años laborando como secretaria– entré
al área de facturación a buscar a una compañera y me encontré con la señorita.
Cuando paso por su lado pone cara de asco y hace el ademán de sacudirse el
hombro y yo le digo: ¿Lo hace por mí? Y ella me responde así, sin anestesia: Cállate,
negra cocodrilo. En ese momento quería que me tragara la tierra. Nunca nos
habíamos hablado y ella tomaba tan
natural su ofensa”.
Tras este hecho y como un juego de dominó, una a una se
sucedieron situaciones de hostigamiento
contra Algendones.
Primero se quejó en la Jefatura de Recursos Humanos y
pidió una llamada de atención para Pérez, pero la sanción administrativa nunca
se hizo efectiva.
Con el pasar de los días, la actuación de la
relacionista pública bajó aún más de nivel. “Tuve que usar audífonos para no
escuchar lo que me decía cuando me la cruzaba. Tengo testigos, me veía y
gesticulaba sin voz: n-e-g-r-a”, dice Algendones.
Al ver que nadie le hacía caso, Azucena se encadenó a las rejas de la puerta
de ingreso de su trabajo. La prensa huancaína se interesó en su caso. Entonces
decidió denunciar la discriminación ante la Defensoría del Pueblo y aquí, según
cuenta, es que su trabajo se convirtió en un campo minado. “Le pidieron a
Johana Suice, la única testigo que vio la ofensa de Pérez, que no me siga
apoyando o de lo contrario perdía el trabajo. El gerente general me llamó un
día a su despacho y me dijo que se sentaba en la Defensoría y en mi dignidad.
Se corría la voz de que me querían sacar del trabajo y, ¿qué crees?, un día marco
mi asistencia y aparece en la pantalla: un mono”. La querían cansar. La
derivaron como cajera a una sucursal de SEDAM. La acusaron de haber robado de
la caja. Le abrieron una denuncia penal en la que la institución pedía una
reparación de 30 mil soles y cuatro años de prisión. La despidieron. Estuvo desempleada. Ya sin nada que perder, Algendones decidió
demandar penalmente a los funcionarios de SEDAM el 26 de junio de 2013. Los ha
demandado por discriminación, también por hostigamiento y por despido arbitrario.
Ha ganado. Recuperó su trabajo y ahora
su nombre ha quedado para la historia porque es la primera ciudadana que
demandó una discriminación racial y ganó. Su caso es un hito.
Su abogado César Cárdenas dice: "La gente pensó
que el caso no prosperaría pero aquí nos tienes". Señala, además, que
seguirán en la batalla. La justicia los ampara.
Juana Gallegos – La Republica
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