MATILDE CAPLANSKY:
“La descomposición del tejido social es
un legado de la guerra con Sendero y del fujimorismo”
Psicóloga de la Universidad Nacional Mayor De San Marcos. Primera mujer psicoanalista en el Perú. Past President de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, institución que inició su proceso de creación a fines de la década del sesenta.

Su verdadero nombre es Matilde Ureta de Caplansky, pero hace
48 años se hace llamar Matilde Caplansky. Aún ahora, dos meses después de que
Marcos, su compañero de toda la vida, falleciera. Detrás de ese cambio de
nombre hay "una historia de amor". Una historia que quedó pendiente
de ser contada. Las insistentes referencias a su esposo durante esta
conversación nos hablan de intensidades.
Quizá por ello, Mati Caplansky mantiene intacto ese sarcasmo fino de
siempre.
Ser pionero cuesta, porque implica abrir camino. Usted fue
la primera mujer en estudiar psicoanálisis, ¿le cuesta más a una mujer ser
pionera que a un hombre?
Yo creo que en todo, a las mujeres nos cuesta más en todo.
Nosotros seguimos bajo el orden patriarcal. Justamente ayer en un seminario decía
a mis alumnos: “Yo sigo con la pregunta por qué las mujeres siguen siendo
maltratadas y asesinadas en el grado que lo son, por qué sigue pasando eso”.
Tantos años de clínica y aún no tengo una respuesta. Tengo algunas hipótesis,
pero no una respuesta. Alguien mencionaba con mucha gracia, y a mí me producía
dolor, este hecho de que hace miles de años las mujeres hemos sido maltratadas
y ni hace cien años que tenemos un grado de autonomía...
¿Tendrán que pasar miles de años para lograr una verdadera igualdad
entre hombre y mujer?
Como dicen los americanos, ¿quieres que te diga la verdad?
Sospecho y me temo que sí, porque acá el juego es de poderes y cuando entra el
juego de poderes, las variables son infinitas. Si el hombre tiene que basarse
en el maltrato para sentirse bien o superior, estamos en un espiral que no
tiene salida. Hay mujeres que golpean a los hombres, pero son las menos. Hay
ahora mujeres que se atreven a tener un carácter más fuerte y tienen una
autonomía de vuelo que les permite afirmar ciertas cosas con valor y se hacen
respetar sin maltratar a nadie. Eso no les gusta a los hombres.
¿La lucha de la mujer sigue siendo la misma ahora, en el
2015, que décadas atrás, cuando comienzan los movimientos de liberación
femenina?
La misma en el sentido de esfuerzo, de sacrificio, de dolor,
sí. De contenido propiamente dicho en término de ideas, de agenda, ha variado
un poco. Hay un tema que ha sido fundamental para un cambio y es el poder
cuidarnos. La anticoncepción voluntaria es uno de los más grandes triunfos que
la mujer occidental ha obtenido. Eso ha sido como el paso del hombre en la
Luna: un gran paso. Que las mujeres no la usen o se descuiden, es otro tema,
pero saber que puedes resguardarte y tener la cantidad de hijos que tú quieres,
es un gran paso.
Ese es un tema que tiene que ver también con educación, con
religión, e incluso con capacidad adquisitiva...
Pero tenemos una institución como Inppares, que es una
institución que realmente ha velado por nosotras las mujeres en Lima. Porque si
no se pasa al otro extremo, a este tema rarísimo de lo que hizo Fujimori...
¿Las esterilizaciones forzadas?
Sí, yo creo que ese es un tema que merece un debate entre
nosotras. Hay algunas estudiosas americanas que están haciendo unas tesis de
doctorado, pero están estudiando a las instituciones que avalaron eso, no a las
personas que fueron esterilizadas. Evidentemente, si tienes siete hijos que no
puedes alimentar, te ofrecen una forma de no tener más y por voluntad propia
aceptas, es un tema...
Pero esto fue como castrar a un toro o esterilizar a la
gata, ¿no?
Como todo lo que pasó en esa época, ¿no? Fue a mano militar
(da un golpe en el sillón). "Fuera esta parte de la población, esto es
arriba, esto es abajo..." ¡Terrible!
¿Lo de las esterilizaciones forzadas se puede extrapolar a
todo lo que ocurrió en esa época?
Extrapolar es un ejercicio delicado porque una situación
tiene muchas variables, lo cual no impide el ejercicio obligatorio de nosotros,
como población activa y de alguna manera pensante, de poder comparar,
reflexionar, ver qué cosas coinciden y, efectivamente, hay muchas cosas que se
parecen. Podría haber alguien que diga también que todo el ambiente se prestaba
para eso, desde las esterilizaciones hasta que se pagara a los medios para que
dijeran lo que quería, todo se prestaba. Claro y nosotros tendríamos que hacer
una pausa en ese momento y decir: Es que todo estaba corrupto, lo moral es lo
que menos había. Por supuesto, si el presidente de la República (Fujimori) sacó
a su mujer y la botó de Palacio, y la hija, que se pretende ahora candidata y
que tiene una respuesta pública favorable, lo cual es una cosa incomprensible
porque como hija y como mujer, no debió permitir eso... Es decir, yo no voy a
permitir que a mi madre le hagan lo que le hicieron a esta señora. Fue
terrible.
Los defensores de Keiko dicen que ella no es responsable de
las cosas que hizo su padre. ¿De qué es responsable Keiko Fujimori?
Yo creo que hay una solidaridad femenina que no se debe
descartar. Si a ti te hacen algo, yo me bajo del carro y te ayudo...
Y ella no ayudó a su propia madre.
Y en su casa. Eso para empezar. Y lo más grave, nos dice que
no tiene solidaridad con lo más próximo, ¿por qué la tendría que tener con el
pueblo? ¿Sabes qué me llama la atención mucho, Ana? Esta cosa de banalización
del mal de la que habla la gran filósofa alemana Hannah Arendt. Yo me acuerdo
discusiones con mi esposo cuando había que comprar una refrigeradora. Él,
pesado abría las puertas, miraba los tornillos, sacaba las cosas donde estaban
las verduras. Yo me reía porque él, que era mayor que yo, me decía que eso
tenía que durar para siempre. Pero por supuesto, en mi niñez, sesenta y tantos
años atrás, tú comprabas una refrigeradora para toda la vida. Ahora no, cuanto
más rápido se diluya, cuanto más rápido se malogre, cuando más rápido compres
algo que tenga un botón más, mejor eres...
Entonces, cuando hablamos de la banalización de la maldad...
Todo cambia, ¿no? Los límites de la moral se diluyen, se
borronean, como una especie de mancha. Ya no se sabe qué es lo bueno, qué es lo
malo, todo es igual, y lo mejor es lo ambiguo.
Keiko Fujimori está adelante en las encuestas. Si fue una
época tan terrible, en la que todo estaba podrido, ¿es que no nos importaría
volver a la podredumbre?
Hay gente que ganó tanto dinero y era tan corrupto todo, que
más les importa la plata y el facilismo, ¿no? Cada gobierno ha tenido una
clientela que ha ganado dinero; entonces, se podría plantear la hipótesis de que
el clientelismo fujimorista es mayor en la medida que fueron ellos los que
ganaron más dinero, o sea, tuvieron más clientes que ganaron dinero. Es una
hipótesis interesante de estudiar. Así como los apristas tienen su clientelaje
seducido y reclutado hace tantos años, el fujimorismo también lo tiene y quizá
por las mismas razones.
¿Y no hay algo de masoquismo ahí? Digo, después de su primer
gobierno, Alan García llegó a ser el político más repudiado, años después
regresa y vuelve a ser Presidente...
...Y ahora pretende volver a presentarse. Dime una cosa,
Ana, ¿no tienen otra cosa que hacer? Porque, qué aburrido, ¿toda tu vida te vas
a pasar de Presidente? Claro, dirán así como tú eres periodista y yo soy
psicoanalista y nos pasamos toda la vida, pero ¿postularse por tercera vez?
Indudablemente, García es el más formado académicamente, pero ¿va a volver a
ser presidente del Perú? ¿Por qué no se contenta con ser presidente de su
partido? Es que arriba, como decía él, la plata llega sola.
Hay una obsesión, dicen también, con ser el Presidente con
más períodos de gobierno en la historia. Quizá lo del ego colosal no sea muy
lejano a la realidad...
Para nada, para nada, lo cual da una pena porque yo creo que
todas las personas debemos hacer un poco de deporte y batir nuestros récords en
su debido lugar. Ponte a correr, haz bicicleta, haz natación y sácate la
medalla de oro de las Olimpiadas y tráele eso al país. Podría ser una cosa
fantástica, saludable para ti y para el país. Yo no sé. Me da la sensación que
para él es como que juega a la Tinka o a la lotería.
¿Ser candidato presidencial se ha vuelto un juego?
Sí, como un juego ¿no? un juego macabro finalmente. Por eso
es que están tan desprestigiados los partidos políticos y la política en
general. ¿Has visto la última encuesta de Ipsos? En lo que menos se cree, Poder
Judicial y partidos políticos; pero me encantó porque en lo que más se cree es en
la Reniec. Por ejemplo, yo acabo de enviudar y he tenido que pasar por un
trance que significa después de 48 años de vida matrimonial muy felices, tener
que hacer papeles en esta ciudad. Pero tú vas a la Reniec y en una hora te
hacen todo...
Entonces, ¿qué nos pasa a los peruanos, que amamos y odiamos
a los políticos? A Alan lo volvimos a elegir, ahora la hija de Fujimori
encabeza las encuestas. ¿Eso es esquizofrenia o masoquismo?
(Ríe) La pregunta cabe, la pregunta cabe. Yo creo que los
pueblos tienen mala memoria y creo que la gente baila con su pañuelo: con quién
me fue mejor, con quién fui más feliz, con quién gané más, con quién robé más,
y hace de alguna manera una analogía y se inclina a eso. Esa es una explicación
un poco superflua y banal. Más académicamente, yo me inclinaría a pensar que
los pueblos tienen niveles de cultura, niveles de civilización, entonces
nuestro pueblo está todavía poco civilizado. La masa completa del Perú está
menos civilizada que la de otros pueblos.
Estamos jalados en civilización y, ¿cómo vamos con la salud
mental? Le pregunto eso porque se me vienen a la mente todos esos temas de
violencia que vemos a diario, desde las agresiones sexuales hasta el hecho de
que te maten por robarte un celular.
Hay un concepto que acuñó un sociólogo nuestro, Hugo Neyra,
el concepto de anomia. Hoy por hoy el tejido social es anómico totalmente.
Entonces, qué vemos. Vemos hijos que le dan un golpe en el cuello a la madre
para desnucarla, efectivamente vemos que
por un celular te matan... es la descomposición del tejido social. Eso,
Ana, me parece que es uno de los legados negativos de la guerra con Sendero y
del fujimorismo. Nosotros hemos saltado del 84 al 2013, para adelante, de un
solo plumazo, en donde una de las consecuencias de una guerra interna tan
cruenta y dolorosa para todos es que hoy somos un país que ya se puede decir
que es un país de narcos, un país de cárteles, un país de pandilleros. Para mí,
esto es la relación de una posguerra cruenta que además no ha tenido ni perdón
ni posibilidad de redención, salvo un par de películas muy buenas que han
dado...
¿Qué nos faltó hacer? Porque, curados no estamos...
No, no lo estamos...
Lo que usted dice me hace pensar, más bien, que se
descompuso la herida.
Así es, así es, sin duda. Yo sufrí mucho durante la guerra
con Sendero, te diría que lloraba casi todos los días. No había agua, no había
luz. Ahora hay poca agua y poca luz y pandilleros por todas partes. ¿Te das
cuenta que hay una especie de trasposición? Creo que la descomposición es mayor
y hay grupúsculos que han quedado como manifestación de una descomposición y
sobre todo una desigualdad muy grande. A pesar de que los malls...
Es que las cifras macroeconómicas nunca debieron ser motivo
de tanto triunfalismo.
Nunca, porque como bien dices, eso es una de las variables,
pero ¿dónde está el alma de todos nosotros, dónde se quedó? Yo creo que en un
duelo muy profundo...
¡Qué pregunta tan fuerte! ¿Dónde está el alma de todos
nosotros, doctora Caplansky?
Yo creo que todavía llorando, sufriendo, porque nos damos
cuenta que vivimos en un país muy desigual, con mucho dolor, con mucha miseria
de todo tipo: económica, moral, de oportunidades.
La República 27 de Septiembre de 2015
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