jueves, 28 de enero de 2016

INFORME



Fue fundamental concebir el diferendo 
marítimo como una política de Estado

La Haya. Dos años después del fallo de la Corte, La República reunió a los embajadores Wagner y García Belaunde que lideraron esta tarea. Plantean que esta misma perspectiva se aplique en otros temas.




María Elena Castillo – La República

 

Cuando los embajadores Allan Wagner y José García Belaunde vieron que era inminente acudir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya para resolver el diferendo del límite marítimo con Chile, sabían que no sería sencillo, pero estaban convencidos de que el Perú tenía la razón y, ni bien recibieron el encargo, se dedicaron casi en exclusiva a probarlo.

A principios del 2007, el entonces canciller García Belaunde se dio cuenta de que no había otra opción que acudir a la instancia supranacional, ante la negativa de su par chileno a tocar el tema. Entonces, se enfrascó en buscar información y contactar a los abogados internacionales que asumieran la tarea legal de probar que no había un tratado de límites marítimos, como aducía Chile. En ese momento Wagner era ministro de Defensa, cargo que dejó a fines de diciembre para el 16 de enero del 2008 ser designado agente diplomático del Estado peruano ante el tribunal de La Haya, y su primera acción fue entregar la demanda contra el gobierno chileno. Cuatro años después, el 27 de enero del 2014, la Corte falló reconociendo el 75% de nuestra demanda y otorgando al Perú 50 mil kilómetros de mar.

Dos años después de este fallo, La República reunió a estos dos embajadores que lideraron  el proceso que permitió cerrar definitivamente todas nuestras fronteras limítrofes.

"Lo más importante es que se tomó conciencia de que este tema debía llevarse como una política de Estado, que bien concebida y ejecutada nos permitió alcanzar resultados exitosos", expresó Wagner.

Subrayó que esta misma visión se mantuvo de forma consistente en los tres gobiernos que involucró este asunto, pues ya desde la gestión de Alejandro Toledo se habían dado algunos pasos iniciales.

Incidió en que desde el punto de vista de Política Exterior se logró también llegar a un acuerdo de límites marítimos con Ecuador, a través de un tratado gestionado por García Belaunde cuando era canciller; a lo que se sumó luego la sentencia de La Haya que fijó la frontera marítima con Chile.

"Una cosa que nos emocionaba fue el respaldo y la confianza de la sociedad en su conjunto, del ciudadano común, de la gente de la calle", destacó García Belaunde, quien al dejar de ser ministro de Relaciones Exteriores, en 2011, fue nombrado coagente ante La Haya.

"Hay que ver el fallo no solo a la luz de lo que esperábamos obtener, sino de lo que teníamos antes del fallo, que para todo efecto práctico era un paralelo hasta las 200 millas y una situación muy extraña con respecto al triángulo externo de mar, que no estaba muy claro. Nos reconocieron el 75% de lo que queríamos obtener, lo que es mucho en comparación con lo que teníamos antes", expresó, resaltando que se haya logrado a través de una apuesta de paz.

HECHO DESAFORTUNADO
Wagner y García Belaunde estaban seguros de los argumentos peruanos. Recordaron que en diciembre del 2012, cuando finalizó la fase oral en La Haya, todo el equipo sentía que se había ganado.

Por eso, los términos de la sentencia no los cogió por sorpresa, como sí ocurrió con la interpretación del entonces presidente chileno, Sebastián Piñera, momentos después de conocerse el fallo. Según él, ratificaba que el límite terrestre entre ambos países se iniciaba en el Hito 1, y empezó a reclamar el "triángulo terrestre".

"Lo que ocurrió el día del fallo con la expresión del presidente Piñera fue muy desafortunado", refirió Wagner. "La confianza que trabajamos mucho los dos países sobre el cumplimiento del fallo fue sin duda afectada por la manera como distorsionó", lamentó.

Destacó que pese a estas declaraciones Chile se allanó y participó en un rápido proceso para ejecutar la sentencia.

Y explicó que el Tratado de 1929 y las actas de la comisión de límites de 1929 y 1930 señalan claramente que el punto de inicio de la frontera terrestre es el Punto Concordia. "El tiempo va a permitir que este tema se resuelva con una buena lectura de todos los instrumentos y mirando al futuro, que es lo que nos interesa como países y pueblos", manifestó.

García Belaunde también está seguro de ello y enfatizó que este asunto debe mantenerse en el terreno diplomático, invocando a los candidatos que postulan a la presidencia a no incluirlo en el debate electoral.

Ambos destacaron que, además del éxito jurídico, este caso debe servir para entender la importancia de concebir otros temas esenciales, también como una política de Estado.

"La educación es un tema con el que se puede comenzar, afianzando lo que se ha hecho en los últimos años, sea quien sea elegido presidente. Eso sería fundamental", resaltó Wagner.

CULMINAR CON LOS TEMAS PENDIENTES
Tanto Wagner como García Belaunde coinciden en que si bien el fallo se ha ejecutado a cabalidad, es importante zanjar todos los asuntos pendientes vinculados al tema.

Explicaron que tanto Perú como Chile están obligados a aplicar el derecho internacional del mar y se han tomado medidas para ello como la libre navegación y sobrevuelo, que se está aplicando sin problemas.

Por el lado peruano, se ha modificado la ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo que incluye las coordenadas del punto de inicio de la frontera marítima acordadas en el acta de trabajos conjuntos firmada en marzo 2014 entre Perú y Chile. Está pendiente en el Congreso la aprobación de un proyecto de ley sobre el libre tendido de cables submarinos para efectos de comunicaciones.

A Chile le falta terminar el trámite parlamentario para aprobar una enmienda a una ley que habla del mar presencial.


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