El Señor de
los Túneles cayó
en un motel y vuelve a las rejas
'El Chapo'
Joaquín Guzmán. Tras un tiroteo con miembros de la Marina y la Policía, que
dejó cinco delincuentes muertos, El Chapo logró fugar y refugiarse en un motel,
pero finalmente fue atrapado. En EE.UU. también celebraron su captura.

Joaquín
Guzmán Loera mata, pero nunca en caliente. Sólo aprieta el gatillo cuando más
daño puede causar. Es un animal de sangre fría y mente compleja que adora, por
encima de todo, el poder. Así lo revela un antiguo informe psicológico
elaborado por la Procuraduría General de la República de México, que se ha
convertido en una radiografía única de este temible narcotraficante.
Este perfil
cobra vigencia ahora que el líder del cártel de Sinaloa, el hombre con astucia
de mago para burlarse de todos, el delincuente con dotes de escapista, el
criminal que construyó un imperio e incluso fue incluido por la revista Forbes
entre los hombres más poderosos del planeta, ha sido capturado una vez más.
No fue fácil
atraparlo. Se produjo luego de un intenso tiroteo con las fuerzas de seguridad
mexicanas con el resultado de cinco delincuentes muertos, seis detenidos y un
marino herido.
El enfrentamiento
se produjo en una casa ubicada en el barrio de Scally, en Los Mochis, Sinaloa,
donde habían llegado efectivos de la Marina y la Policía Federal, gracias a una
denuncia ciudadana.
El Chapo y
su socio Orso Iván Gastelum Cruz habían escapado de este tiroteo recorriendo un
sistema de alcantarillado y se habían refugiado en un motel en las afueras de
Los Mochis. Pero ambos fueron cercados por agentes de la Marina y la Policía
que los rastrearon hasta dicho lugar. Hallaron al delincuente de 58 años, sucio
y frustrado.
LEYENDA DEL DELITO
De esa
manera Joaquín Guzmán, nacido en las montañas de Badiraguato (Sinaloa) en 1957,
en un entorno mísero y agrícola, maltratado por su padre, acomplejado por su
baja estatura (de ahí el apelativo chapo, corto) cerró otro capítulo de su vida
que ha alcanzado nivel de leyenda desde que el 11 de julio pasado escapó de
manera surrealista por un túnel de 1,5 kilómetros conectado a la ducha de su
celda en el penal del Altiplano (Almoloya en el estado de Juárez).
El capo más
poderoso y escurridizo de México ha pasado más tiempo prófugo que en la cárcel.
Los rumores le situaban desde Argentina hasta Guatemala, pero siempre el Señor
de los Túneles estuvo oculto en su Sinaloa natal.
Antes de su
primera detención en Guatemala en junio de 1993, cuando fue condenado a 20 años
de cárcel, Guzmán era un narcotraficante de poca monta. Y si bien es cierto su
primera huida de un penal de máxima seguridad en 2001, supuestamente oculto en
un carrito de lavandería, multiplicó su popularidad, su leyenda quedó
consagrada cuando, 14 años después, se escapó de otra cárcel similar en forma
todavía más espectacular: por un sofisticado túnel construido sin que nadie lo
detectara.
En ese
momento, en julio de 2015, había pasado menos de año y medio en prisión y
Guzmán, el hombre cuya primera captura había supuesto el mayor éxito del
gobierno de Peña Nieto, se convertía en protagonista en su más estrepitosa
humillación, y más porque el Ejecutivo se había jactado de que nunca le pasaría
lo mismo que a gobiernos anteriores y se mostró claramente en contra de aceptar
una extradición a Estados Unidos, que lo requiere por numerosos delitos.
En ambas
fugas quedó patente la complicidad de autoridades, pero nunca se llegó a
atribuir responsabilidades al máximo nivel.
Sin embargo,
si bien la primera huida de 2001 alimentó durante años los rumores de que los
gobiernos del Partido de Acción Nacional (2000-2006 y 2006-2012) quisieron
beneficiar al cártel de Sinaloa mientras se enfocaban en derrotar al resto de
grupos delincuenciales, con la segunda fuga (con el Partido Revolucionario
Institucional en el poder) se demostró que el capo mantenía intocable su poder
y México no había conseguido ganar la
batalla a la impunidad.
UN PODEROSO CAPO
En la
primera década del siglo y ya prófugo, Guzmán pasó de ser un delincuente de
medio pelo, nacido de una familia pobre de las montañas de la Sierra Madre
Occidental —epicentro de la producción de drogas durante décadas— a convertirse
en el capo de las drogas más poderoso del planeta. En esa época, el Cártel de
Sinaloa se volvió más sangriento y poderoso, al controlar gran parte de las
rentables rutas de tráfico de drogas hacia Estados Unidos e incluyendo ciudades
estratégicas como Tijuana y Ciudad Juárez.
La lucha por
el territorio contra otros cárteles causó baños de sangre en Tijuana e hizo de
Juárez una de las ciudades más peligrosas del mundo en 2010. Los tentáculos de
su cártel, una verdadera multinacional de las drogas, se extendieron desde
Argentina hasta Australia gracias a un sofisticado sistema de distribución
internacional de cocaína y metanfetaminas.
Guzmán
mantuvo el liderazgo del grupo pese a que su cabeza tenía precio: se ofrecía
una recompensa de 7 millones de dólares por su captura, lo que parecía poco
comparado con la fortuna que se estimaba, un monto superior a los 1.000
millones de dólares, que hizo que la revista Forbes lo incluyera entre
poderosos del orbe.
Bajo su
mando, el cártel se apoderó violentamente de rutas de sus rivales y excavó
túneles en la frontera estadounidense para filtrar sus cargamentos. Desde la
clandestinidad, hizo del Cártel de Sinaloa la organización narco más poderosa
con presencia en países de América, Europa, Asia, Oceanía y hasta en África.
Durante
tiempo El Chapo Guzmán evadió la persecución del gobierno mexicano y de
agencias norteamericanas, gracias a su extensa red de protección y la ayuda de
pobladores y autoridades en las zonas donde iba, las montañas de Sinaloa,
Durango y Chihuahua.
Hasta ayer
que el presidente Enrique Peña Nieto anunció primero en las redes sociales la
recaptura. "Misión cumplida: lo tenemos. Joaquín Guzmán Loera ha sido
detenido", señaló en Twitter. No demoraron las reacciones. “Hoy es un gran
día para la justicia de México y Estados Unidos”, dijo un portavoz de la DEA.
También la secretaria de Justicia de Estados Unidos, Loretta Lynch, felicitó a
México por la captura.
No todo fue
sonrisas. En la supuesta cuenta de Twitter de uno de los hijos de El Chapo,
Iván Archibaldo Guzmán, se leyó: “No saben ni lo que hicieron ni en qué broncas
se metieron”.
Y eso, por
supuesto, sonó a una nueva amenaza.
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