El largo
adiós
Hasta hace
una semana, rector de San Marcos, y hasta el cierre de esta edición, abatido
paciente de una clínica local. Sus
allegados -que son pocos– aseguran que no es Satanás; sus contrarios –que son
muchos–, que es un indeseable. Pedro Cotillo y las pugnas de poder en la
Decana.

En su última
aparición pública, el martes pasado, Pedro Cotillo (72) huyó. El hombre del
anillo dorado, que desafiaba tanques
desde el rectorado, lucía desencajado y pasivo. Era un fugitivo de las cámaras,
a trote veloz, por la puerta trasera del local miraflorino de la Asociación de
Universidades del Perú (ASUP).
Horas
después, mientras San Marcos, la universidad más antigua de América, continuaba
tomada por docentes, trabajadores y alumnos, y contaba con dos rectores
interinos que interpretaban la Ley Universitaria a su antojo, Cotillo fue
internado en la clínica Good Hope por una "descompensación". Es allí,
en la habitación 308 de la Torre A,
donde ha permanecido, alejado del polvorín, exonerado de las preguntas.
Pero no del juicio popular.
Decanato gris
Milagros
Matos (26) tuvo a Cotillo como profesor, decano y rector. Egresó en el 2012 de
Farmacia y Bioquímica, facultad en la
que Cotillo ocupó el decanato en tres períodos (1991-94, 1994-97 y 2007-10).
“Era
recontra serio y se dejaba entender”, anota sobre su desempeño en las aulas.
Sin embargo, es otro su recuerdo más
claro. En noviembre de 2006, dos meses después de haber ingresado, Milagros
recibió una llamada. La facultad la invitaba a un almuerzo de bienvenida, en un
club sanisidrino. Cotillo estuvo ahí. Se presentó como antiguo decano y se
marchó. “Hubo muchos alumnos de los últimos años que hablaron bien de él”. La
reunión había sido organizada por su lista para ganar simpatías. A las semanas,
el siguiente gesto de cordialidad fue una incursión en una discoteca del Óvalo
Gutiérrez.
“Esa es la
modalidad: captar 'cachimbos', lavar cerebros y recolectar votos”, señala. En
mayo de 2007 hubo elecciones y Cotilló triunfó.
Orestes
Cachay (65), actual decano de Ingeniería Industrial, conoció a Cotillo en esos
años, en los que ya se notaban sus ambiciones. “Nos decía qué debíamos hacer,
cómo comportarnos, nos lideraba”.
Ya como
rector, Cachay sostiene que el gran error de
de Cotillo fue enfocarse en "los centros de producción", es
decir, en la construcción de una nueva Oficina General de Admisión (antes en
Miraflores), la Pre (antes en Santa Beatriz) y Posgrado (antes en cada
facultad), sin preocuparse por renovar materiales e implementar mejores
laboratorios.
“Postulé a
Procalidad, un convenio con el Ministerio de Educación, por el que ganamos un
millón de soles para nuestros laboratorios. Y no quiso firmarlo. El documento
salió sin su firma, solo con la mía”. Cachay dice que fue por rebelde, por no
someterse. Según "Los dueños de San Marcos", libro publicado a
mediados de 2015, bajo el seudónimo de
Olivier Leblanc, el desencuentro se produjo porque Cachay, cercano a Luis
Izquierdo (rector 2006-2011) como el propio Cotillo, codiciaba el rectorado.
En setiembre
de 2009, Enver León (38) sufrió un desprendimiento de retina en el ojo
izquierdo. En ese momento trabajaba en el área de economía de la facultad de
Farmacia y Bioquímica, y era secretario general del Sindicato de trabajadores
(SITRAUSM). En enero, Cotillo decidió no renovarle contrato, a pesar de que
contaba con descanso médico y, con ello, León dejó de percibir la atención del
Seguro Social.
“No tuvo el
mínimo gesto de humanidad. Él alegó que estaba en su derecho, pero lo hizo
porque le era incómodo”. En marzo, tras los reclamos de su gremio, fue
repuesto.
Apagón y represión
“La gestión de Pedro Cotillo no conoce la
palabra oposición, casi eliminó de la escena a cualquier amenaza potencial,
incluyendo profesores de su propio sector”. La cita es de "Los dueños de
San Marcos", un análisis de 92 páginas sobre los gobiernos de Luis
Izquierdo y, claro, Cotillo.
De acuerdo
al libro, Cotillo "corrigió" los errores de su antecesor,
arrebatándole protagonismo a los operadores políticos (alumnos antiguos que
ejercen lobby entre las autoridades y los estudiantes), instaurando el
Reglamento de Proceso Disciplinario, en el 2012.
Se calcula
que son cerca de 200 estudiantes denunciados. Roberto Huaraca (30), presidente
de la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), rostro familiar en esta
última semana, es uno de ellos. Fue acusado por actos violentos en diciembre de
2014 y usurpación en julio de 2015. Huaraca, de casco amarillo, que nos ha
permitido el ingreso al campus, se defiende.
“Cotillo nos
acusó de ser miembros del Movadef para desconocer nuestra lucha. En el 2014
tomamos el rectorado, sí, pero fue porque querían cerrar el comedor en verano,
con la excusa de estar en mantenimiento”.
La
Federación Universitaria, el máximo gremio de representación estudiantil,
estuvo desactivada desde 1995, tras la intervención del gobierno de Alberto
Fujimori. El 9 de julio del año pasado, en sus primeras elecciones en 20 años,
sucedieron cosas extrañas.
“El rector
cerró la universidad por resolución. Cortó los servicios y tuvimos que hacer el
conteo de votos con velas, a oscuras. Dime si eso no es boicot”, cuenta Carmen
Anco (23), quinto año de Derecho. De hecho, la FUSM no ha sido reconocida hasta
ahora.
Uno de los
hechos que más ha dañado la imagen de
Cotillo ocurrió en una verbena de Ingeniería de Sistemas, a fines de 2012. Se
comenta que habría dado un discurso, bebido. La prueba es un video, en You
Tube, donde no se puede distinguir mucho. Solo el unísono grito del alumnado:
'borracho'.
Rector ficticio
Balconazo en
la casona de San Marcos. Bernardino Ramírez
–quien postuló a Cotillo como rector y a quien se le sindica como su
testaferro– acaba de ser elegido rector de la Decana por unanimidad, con 14
votos de un Consejo Universitario incompleto, con diez miembros
ausentes, en este viernes lluvioso. Condimentado con un sabroso detalle:
Bernardino votó por sí mismo, por ser vicerrector de investigación.
Nada de eso
les importa, al parecer. A ellos ni a su centenar de seguidores, allí abajo,
alrededor de la pileta. ¡San Marcos dignidad! ¡Vayamos a San Marcos a recuperar
el rectorado!, claman, excitados.
Pronto
sabrán que el discurso es humo. En esos mismos instantes la Superintendencia Nacional
de Educación Superior Universitaria (Sunedu) reconocía a Antonia Castro,
vicerrectora académica, como la autoridad máxima.
“Los demás
decanos no vinieron porque sabían que iban a perder. Somos mayoría”, celebra, en esos minutos de fugaz alegría,
Chedorlaomer Gonzales Espinoza –lentes, voz rasposa y pausada–, vigente decano
de Derecho.
Chedorlaomer
(en honor a un rey bíblico) fue el personero de Cotillo en su polémica
elección como rector, en la que se ve,
vía YouTube, cómo los estudiantes le mostraban sus votos antes de depositarlos
en el ánfora. “Nunca vi nada. Ese video está manipulado. Cotillo hizo mucho por
San Marcos. Me consta que trabajaba de ocho a ocho”, dice, enérgico.
“Lo han
satanizado. Cotillo vive austeramente. No tiene auto, es de la universidad. Soy
testigo de que pedía almuerzo de la cafetería –agrega Fernando Obregón, jefe de
imagen de la universidad desde hace tres años. El campus de San Marcos es como
el de una universidad privada. Ojalá se den cuenta de lo que se perdió”.
De vuelta en
el campus, con la promesa de que mañana
lunes se restablecerán las actividades, Róger Iziga (74) –profesor de Ciencias
Sociales desde 1968, delgado, cabello cano y tupido– lanza un cable a tierra:
“San Marcos es la política en pequeño. Todos quieren ascender a la cumbre del
dinero. Es nuestra gran desgracia”. Su voz se pierde en el murmullo de las
calles.
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