lunes, 11 de enero de 2016

UNIVERSIDAD



El largo adiós

Hasta hace una semana, rector de San Marcos, y hasta el cierre de esta edición, abatido paciente de una clínica local.  Sus allegados -que son pocos– aseguran que no es Satanás; sus contrarios –que son muchos–, que es un indeseable. Pedro Cotillo y las pugnas de poder en la Decana. 

Cotillo fugando ante las preguntas de una reportera de La República 

En su última aparición pública, el martes pasado, Pedro Cotillo (72) huyó. El hombre del anillo dorado,  que desafiaba tanques desde el rectorado, lucía desencajado y pasivo. Era un fugitivo de las cámaras, a trote veloz, por la puerta trasera del local miraflorino de la Asociación de Universidades del Perú (ASUP).

Horas después, mientras San Marcos, la universidad más antigua de América, continuaba tomada por docentes, trabajadores y alumnos, y contaba con dos rectores interinos que interpretaban la Ley Universitaria a su antojo, Cotillo fue internado en la clínica Good Hope por una "descompensación". Es allí, en la habitación 308 de la Torre A,  donde ha permanecido, alejado del polvorín, exonerado de las preguntas. Pero no del juicio popular.

Decanato gris
Milagros Matos (26) tuvo a Cotillo como profesor, decano y rector. Egresó en el 2012 de Farmacia y Bioquímica, facultad  en la que Cotillo ocupó el decanato en tres períodos (1991-94, 1994-97 y 2007-10).

“Era recontra serio y se dejaba entender”, anota sobre su desempeño en las aulas. Sin embargo, es otro su recuerdo  más claro. En noviembre de 2006, dos meses después de haber ingresado, Milagros recibió una llamada. La facultad la invitaba a un almuerzo de bienvenida, en un club sanisidrino. Cotillo estuvo ahí. Se presentó como antiguo decano y se marchó. “Hubo muchos alumnos de los últimos años que hablaron bien de él”. La reunión había sido organizada por su lista para ganar simpatías. A las semanas, el siguiente gesto de cordialidad fue una incursión en una discoteca del Óvalo Gutiérrez.

“Esa es la modalidad: captar 'cachimbos', lavar cerebros y recolectar votos”, señala. En mayo de 2007 hubo elecciones y Cotilló triunfó.

Orestes Cachay (65), actual decano de Ingeniería Industrial, conoció a Cotillo en esos años, en los que ya se notaban sus ambiciones. “Nos decía qué debíamos hacer, cómo comportarnos, nos lideraba”.

Ya como rector, Cachay sostiene que el gran error de  de Cotillo fue enfocarse en "los centros de producción", es decir, en la construcción de una nueva Oficina General de Admisión (antes en Miraflores), la Pre (antes en Santa Beatriz) y Posgrado (antes en cada facultad), sin preocuparse por renovar materiales e implementar mejores laboratorios.

“Postulé a Procalidad, un convenio con el Ministerio de Educación, por el que ganamos un millón de soles para nuestros laboratorios. Y no quiso firmarlo. El documento salió sin su firma, solo con la mía”. Cachay dice que fue por rebelde, por no someterse. Según "Los dueños de San Marcos", libro publicado a mediados de 2015, bajo el  seudónimo de Olivier Leblanc, el desencuentro se produjo porque Cachay, cercano a Luis Izquierdo (rector 2006-2011) como el propio Cotillo, codiciaba el rectorado.

En setiembre de 2009, Enver León (38) sufrió un desprendimiento de retina en el ojo izquierdo. En ese momento trabajaba en el área de economía de la facultad de Farmacia y Bioquímica, y era secretario general del Sindicato de trabajadores (SITRAUSM). En enero, Cotillo decidió no renovarle contrato, a pesar de que contaba con descanso médico y, con ello, León dejó de percibir la atención del Seguro Social.

“No tuvo el mínimo gesto de humanidad. Él alegó que estaba en su derecho, pero lo hizo porque le era incómodo”. En marzo, tras los reclamos de su gremio, fue repuesto.

Apagón y represión
 “La gestión de Pedro Cotillo no conoce la palabra oposición, casi eliminó de la escena a cualquier amenaza potencial, incluyendo profesores de su propio sector”. La cita es de "Los dueños de San Marcos", un análisis de 92 páginas sobre los gobiernos de Luis Izquierdo y, claro, Cotillo.

De acuerdo al libro, Cotillo "corrigió" los errores de su antecesor, arrebatándole protagonismo a los operadores políticos (alumnos antiguos que ejercen lobby entre las autoridades y los estudiantes), instaurando el Reglamento de Proceso Disciplinario, en el 2012.
Se calcula que son cerca de 200 estudiantes denunciados. Roberto Huaraca (30), presidente de la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM), rostro familiar en esta última semana, es uno de ellos. Fue acusado por actos violentos en diciembre de 2014 y usurpación en julio de 2015. Huaraca, de casco amarillo, que nos ha permitido el ingreso al campus, se defiende.

“Cotillo nos acusó de ser miembros del Movadef para desconocer nuestra lucha. En el 2014 tomamos el rectorado, sí, pero fue porque querían cerrar el comedor en verano, con la excusa de estar en mantenimiento”.

La Federación Universitaria, el máximo gremio de representación estudiantil, estuvo desactivada desde 1995, tras la intervención del gobierno de Alberto Fujimori. El 9 de julio del año pasado, en sus primeras elecciones en 20 años, sucedieron cosas extrañas.

“El rector cerró la universidad por resolución. Cortó los servicios y tuvimos que hacer el conteo de votos con velas, a oscuras. Dime si eso no es boicot”, cuenta Carmen Anco (23), quinto año de Derecho. De hecho, la FUSM no ha sido reconocida hasta ahora.
Uno de los hechos que más  ha dañado la imagen de Cotillo ocurrió en una verbena de Ingeniería de Sistemas, a fines de 2012. Se comenta que habría dado un discurso, bebido. La prueba es un video, en You Tube, donde no se puede distinguir mucho. Solo el unísono grito del alumnado: 'borracho'.

Rector ficticio
Balconazo en la casona de San Marcos. Bernardino Ramírez  –quien postuló a Cotillo como rector y a quien se le sindica como su testaferro– acaba de ser elegido rector de la Decana por unanimidad, con  14  votos de un Consejo Universitario incompleto, con diez miembros ausentes, en este viernes lluvioso. Condimentado con un sabroso detalle: Bernardino votó por sí mismo, por ser vicerrector de investigación.

Nada de eso les importa, al parecer. A ellos ni a su centenar de seguidores, allí abajo, alrededor de la pileta. ¡San Marcos dignidad! ¡Vayamos a San Marcos a recuperar el rectorado!, claman, excitados.

Pronto sabrán que el discurso es humo. En esos mismos instantes la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) reconocía a Antonia Castro, vicerrectora académica, como la autoridad máxima.

“Los demás decanos no vinieron porque sabían que iban a perder. Somos mayoría”,   celebra, en esos minutos de fugaz alegría, Chedorlaomer Gonzales Espinoza –lentes, voz rasposa y pausada–, vigente decano de Derecho.

Chedorlaomer (en honor a un rey bíblico) fue el personero de Cotillo en su polémica elección  como rector, en la que se ve, vía YouTube, cómo los estudiantes le mostraban sus votos antes de depositarlos en el ánfora. “Nunca vi nada. Ese video está manipulado. Cotillo hizo mucho por San Marcos. Me consta que trabajaba de ocho a ocho”, dice, enérgico.

“Lo han satanizado. Cotillo vive austeramente. No tiene auto, es de la universidad. Soy testigo de que pedía almuerzo de la cafetería –agrega Fernando Obregón, jefe de imagen de la universidad desde hace tres años. El campus de San Marcos es como el de una universidad privada. Ojalá se den cuenta de lo que se perdió”.

De vuelta en el campus,  con la promesa de que mañana lunes se restablecerán las actividades, Róger Iziga (74) –profesor de Ciencias Sociales desde 1968, delgado, cabello cano y tupido– lanza un cable a tierra: “San Marcos es la política en pequeño. Todos quieren ascender a la cumbre del dinero. Es nuestra gran desgracia”. Su voz se pierde en el murmullo de las calles.


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