miércoles, 16 de diciembre de 2015

ESPECTACULO



Connie Chaparro: “Yo no quería 
ser la chiquita linda y dulce de la serie”

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Nací en Lima hace 32 años. Comencé haciendo spots publicitarios y en la compañía de Gloria María Solari. Trabajé siete años en la serie Así es la vida. He hecho varias otras miniseries, telenovelas y cine. Ahora, tengo un programa en Radio Corazón y he vuelto a trabajar con Gloria María en la obra infantil Romeo Guanaco y Julieta Vicuña…. Shakespeare en la Puna, que va en el Centro Cultural Juan Parra del Riego todos los sábados y domingos.

Últimamente te has decantado más por el teatro, ¿no?
Lo que me va presentando la vida lo voy tomando. Es verdad que, cuando empecé mi carrera en la televisión, sí decía: ¡ay, quiero hacer teatro! Tanto así que en una época renuncié a Así es la vida y me fui a Argentina a estudiar…

¿Te había cansado la tele?
No, pero sí tuve esa lucha, porque empecé con la televisión y de alguna manera se me identificaba solo con eso. Era lo que yo no quería: ser la chiquita linda de la serie, dulce. A mí me gusta eso, pero también tener otras facetas. 

Eso de ser la chica linda, dulce, ¿te ha limitado papeles en el teatro?
En el teatro, puede ser que sí he sentido como que te encasillan por el hecho de haber empezado en tele y es bien difícil que entres al teatro. Así, de la nada, piensan que yo solo me muevo en la televisión o tienen un estereotipo.

¿Y cómo te estereotipan?
Piensan que yo soy súper dulce, y no digo que no lo sea, pero tengo mi personalidad. Yo estudiaba actuación y de repente la profesora me decía: Connie, te voy a dar un papel para romper contigo, ¡vas a hacer algo fuerte, como la ninfómana o la borracha! Para mí no es nada complicado, porque me gusta romper con todo eso.

Tu hijo tiene cuatro años, ¿qué cambió en ti ser mamá?
Como dejarme de preocupar por cosas más simples, porque ya cualquier cosa es una tontería al lado de ser madre. Que si me engordé diez kilos o si me salió la estría. Cosas que pasan a un segundo plano y que, de repente, de más chica, eran tan importantes… Y siempre lo dije: desde que yo empecé a actuar y me preguntaban: ¿cuál es tu sueño? Mi sueño siempre fue ser mamá.

¿Ah, sí, no soñabas con ser famosa?
Nada, ¡me llega! (Risas) Me encanta ser actriz, mi aspiración es vivir siempre de esto, hacer de todo un poco, pero la fama nunca va a ser más importante que mi vida personal. Creo que esa es la estabilidad en el actor. 

¿Cómo es que la música nunca entró en tu vida siendo tu papá rockero y Sergio (Galliani, su esposo) también músico en algún momento?
No es que yo no haya entrado, es que no soy talentosa para la música. Si no, yo estaría allí.

Pero creciste entre rockeros…
Crecí entre rockeros y ahora trabajo en una radio musical (radio Corazón), algo tiene que haber. Lo que he heredado quizás es la voz para las locuciones, porque tienes que encontrar una cierta musicalidad, modular…

¿Qué has aprendido de Sergio? 
Hay dos lados. Por el lado del ser humano, es un súper buen hijo, es un buen padre, es muy familiar. Yo no era tan familiar. Hija de padres separados, como que mi papá no celebra fechas, rockero, así, medio loco, dice que, ah, como que todas son frivolidades…

¡Has tenido una infancia atípica...!
Sí (risas). Mi papá era así: ¿cumpleaños, regalo? ¡Qué tonterías!  Era un loco, pero siempre he tenido una bonita relación, porque obviamente me quiere y me ha dado otro tipo de cosas. Sergio me ha enseñado a ser más familiar. 

¿Y lo otro que te enseñó Sergio?
Y lo otro, la parte profesional, a seguir, a luchar, a ser digno con tu trabajo, a respetarlo y quererlo. Sergio tiene su ideología bien marcada: él no se va a tirar al piso por más que necesite chamba para hacer algo que lo denigre o no le guste. Se cuida mucho como artista.

¿Y te ha apoyado mucho?
Sí, bastante. Ya es mayor, es inteligente, sabe qué cosa quiere escuchar una mujer, sabe lo que a mí me gusta, sabe que soy trabajadora y que, por más que sea mamá, mi realización personal es súper importante. Creo que es un buen complemento.

En actuación, ¿pero cuál es tu techo?
Creo que no hay un techo, porque cada obra es un descubrir. Tú piensas que esta, por ejemplo, es una obra infantil y es fácil. ¡Nada qué ver! Yo te diría: mi techo es trabajar con tal director o no sé qué… Pero no lo veo así. Y más ahora que tengo un hijo. Quizás de más joven tenía esos sueños de vivir fuera del país. Pero ahora no es que aspire a estar en otro país, sino a hacer lo que me guste, moverme en todo tipo de medios, lo dramático, la comedia…

Y la tele ¿la extrañas? 
Sí, la estoy extrañando ya. En algún momento me saturó horrible.

¿Qué fue lo que más te saturó?
El hecho de no poder manejar tus tiempos y no poder hacer nada más. Todo este tiempo, por más que lo extrañe, en el fondo lo voy a agradecer, porque me es valioso. He podido crecer en algo nuevo, la radio, y he podido hacer mucho más teatro. 

Pero la tele también te da esta otra parte: la popularidad...
Ah, sí, pero tienes que saberlo manejar, estar bien en el piso, porque estás arriba, abajo, y dependes de todo un grupo humano, no solo de ti, y nadie es imprescindible. Yo lo he tenido claro desde muy chiquita, porque yo entré a la televisión y, a la semana, ya me pedían autógrafo, porque estaba en una serie famosa.

Háblame de tu personaje en Romeo Guanaco y Julieta Vicuña…
Yo soy William Shakespeare. Soy la narradora y cuento la historia, hago que los personajes actúen, pero estoy transformada en una alpaca. Soy una alpaca femenina, una señora… ¡Es una locura completa! Bonito, divertido, chamba.


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