Connie
Chaparro: “Yo no quería
ser la chiquita linda y dulce de la serie”

Nací
en Lima hace 32 años. Comencé haciendo spots publicitarios y en la compañía de
Gloria María Solari. Trabajé siete años en la serie Así es la vida. He hecho
varias otras miniseries, telenovelas y cine. Ahora, tengo un programa en Radio
Corazón y he vuelto a trabajar con Gloria María en la obra infantil Romeo
Guanaco y Julieta Vicuña…. Shakespeare en la Puna, que va en el Centro Cultural
Juan Parra del Riego todos los sábados y domingos.
Últimamente te has
decantado más por el teatro, ¿no?
Lo
que me va presentando la vida lo voy tomando. Es verdad que, cuando empecé mi
carrera en la televisión, sí decía: ¡ay, quiero hacer teatro! Tanto así que en
una época renuncié a Así es la vida y me fui a Argentina a estudiar…
¿Te había cansado la tele?
No,
pero sí tuve esa lucha, porque empecé con la televisión y de alguna manera se
me identificaba solo con eso. Era lo que yo no quería: ser la chiquita linda de
la serie, dulce. A mí me gusta eso, pero también tener otras facetas.
Eso de ser la chica linda,
dulce, ¿te ha limitado papeles en el teatro?
En
el teatro, puede ser que sí he sentido como que te encasillan por el hecho de
haber empezado en tele y es bien difícil que entres al teatro. Así, de la nada,
piensan que yo solo me muevo en la televisión o tienen un estereotipo.
¿Y cómo te estereotipan?
Piensan
que yo soy súper dulce, y no digo que no lo sea, pero tengo mi personalidad. Yo
estudiaba actuación y de repente la profesora me decía: Connie, te voy a dar un
papel para romper contigo, ¡vas a hacer algo fuerte, como la ninfómana o la
borracha! Para mí no es nada complicado, porque me gusta romper con todo eso.
Tu hijo tiene cuatro años,
¿qué cambió en ti ser mamá?
Como
dejarme de preocupar por cosas más simples, porque ya cualquier cosa es una
tontería al lado de ser madre. Que si me engordé diez kilos o si me salió la
estría. Cosas que pasan a un segundo plano y que, de repente, de más chica,
eran tan importantes… Y siempre lo dije: desde que yo empecé a actuar y me
preguntaban: ¿cuál es tu sueño? Mi sueño siempre fue ser mamá.
¿Ah, sí, no soñabas con ser
famosa?
Nada,
¡me llega! (Risas) Me encanta ser actriz, mi aspiración es vivir siempre de
esto, hacer de todo un poco, pero la fama nunca va a ser más importante que mi
vida personal. Creo que esa es la estabilidad en el actor.
¿Cómo es que la música
nunca entró en tu vida siendo tu papá rockero y Sergio (Galliani, su esposo)
también músico en algún momento?
No
es que yo no haya entrado, es que no soy talentosa para la música. Si no, yo
estaría allí.
Pero creciste entre
rockeros…
Crecí
entre rockeros y ahora trabajo en una radio musical (radio Corazón), algo tiene
que haber. Lo que he heredado quizás es la voz para las locuciones, porque
tienes que encontrar una cierta musicalidad, modular…
¿Qué has aprendido de
Sergio?
Hay
dos lados. Por el lado del ser humano, es un súper buen hijo, es un buen padre,
es muy familiar. Yo no era tan familiar. Hija de padres separados, como que mi
papá no celebra fechas, rockero, así, medio loco, dice que, ah, como que todas
son frivolidades…
¡Has tenido una infancia
atípica...!
Sí
(risas). Mi papá era así: ¿cumpleaños, regalo? ¡Qué tonterías! Era un loco, pero siempre he tenido una
bonita relación, porque obviamente me quiere y me ha dado otro tipo de cosas.
Sergio me ha enseñado a ser más familiar.
¿Y lo otro que te enseñó
Sergio?
Y
lo otro, la parte profesional, a seguir, a luchar, a ser digno con tu trabajo,
a respetarlo y quererlo. Sergio tiene su ideología bien marcada: él no se va a
tirar al piso por más que necesite chamba para hacer algo que lo denigre o no
le guste. Se cuida mucho como artista.
¿Y te ha apoyado mucho?
Sí,
bastante. Ya es mayor, es inteligente, sabe qué cosa quiere escuchar una mujer,
sabe lo que a mí me gusta, sabe que soy trabajadora y que, por más que sea
mamá, mi realización personal es súper importante. Creo que es un buen
complemento.
En actuación, ¿pero cuál es
tu techo?
Creo
que no hay un techo, porque cada obra es un descubrir. Tú piensas que esta, por
ejemplo, es una obra infantil y es fácil. ¡Nada qué ver! Yo te diría: mi techo
es trabajar con tal director o no sé qué… Pero no lo veo así. Y más ahora que
tengo un hijo. Quizás de más joven tenía esos sueños de vivir fuera del país.
Pero ahora no es que aspire a estar en otro país, sino a hacer lo que me guste,
moverme en todo tipo de medios, lo dramático, la comedia…
Y la tele ¿la
extrañas?
Sí,
la estoy extrañando ya. En algún momento me saturó horrible.
¿Qué fue lo que más te
saturó?
El
hecho de no poder manejar tus tiempos y no poder hacer nada más. Todo este
tiempo, por más que lo extrañe, en el fondo lo voy a agradecer, porque me es
valioso. He podido crecer en algo nuevo, la radio, y he podido hacer mucho más
teatro.
Pero la tele también te da
esta otra parte: la popularidad...
Ah,
sí, pero tienes que saberlo manejar, estar bien en el piso, porque estás
arriba, abajo, y dependes de todo un grupo humano, no solo de ti, y nadie es
imprescindible. Yo lo he tenido claro desde muy chiquita, porque yo entré a la
televisión y, a la semana, ya me pedían autógrafo, porque estaba en una serie
famosa.
Háblame de tu personaje en
Romeo Guanaco y Julieta Vicuña…
Yo
soy William Shakespeare. Soy la narradora y cuento la historia, hago que los
personajes actúen, pero estoy transformada en una alpaca. Soy una alpaca
femenina, una señora… ¡Es una locura completa! Bonito, divertido, chamba.
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