martes, 29 de diciembre de 2015

INTERNACIONAL



Niño símbolo de los inmigrantes

El nuevo éxodo. La muerte de Aylan Kurdi fue una bofetada al mundo. La visión de su pequeño cuerpo sin vida marcó el 2015 y registró la tragedia del millón de personas expulsadas de sus países por la guerra, la pobreza y la persecución. Estas masas, queriendo entrar a Europa, desafiaron el concepto de la unidad del Viejo Continente. No son los únicos refugiados. En otros países de África, Asia y América hay miles de desplazados.

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Niño símbolo. La imagen de un niño ahogado frente a las costas de Turquía conmovió al mundo entero y simbolizó la gran tragedia de los inmigrantes

El cuerpo del niño de apenas tres años apareció varado en la playa Bodrum de Turquía, el miércoles de 2 de setiembre. Se ahogó junto a otros doce refugiados cuando intentaban alcanzar la isla griega de Kos. Su pantaloncito azul y su camiseta roja dieron la vuelta al mundo retratando la enorme tragedia de los inmigrantes en busca de una nueva vida.

Después se supo su nombre, Aylan Kurdi. Después se conoció que también había muerto su madre, Rehan, de 35 años. Después se conocieron otros dramas similares al suyo.

La llegada masiva de refugiados a Europa se convirtió en la más mediatizada entre las múltiples crisis de refugiados que se agravaron este año, principalmente en África, Oriente Medio y el sureste asiático, pero que captaron poca atención internacional.

Si hace tan solo una década eran 38 millones y 2015 empezó con proyecciones de que llegarían a 55 millones, la realidad es que hoy ya hay más de 60 millones de personas que se han desplazado a causa de guerras, de persecución o de desastres.

Esta cifra incluye desplazados dentro de su propio país, refugiados reconocidos en países de acogida y personas que esperan serlo tras haber presentado una petición de asilo.

Un agravante de la situación es que las oportunidades de repatriación y de reubicación están en caída libre, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), encargada de gestionar su protección en cumplimiento de la Convención sobre los Refugiados de 1951.

Frente a más de un millón de personas que ACNUR ayudó a repatriar en 2005, lo más probable es que en 2015 la cifra no se aleje mucho de los 126.000 refugiados que consiguió repatriar el año pasado, cifra anual más baja en 30 años.

Una de las razones de tal desfase ha sido el surgimiento en los últimos cinco años de quince nuevos conflictos armados, incluyendo los de Siria, Ucrania, República Centroafricana y Sudán del Sur.

Las guerras civiles en Siria e Irak, agravadas por la intervención del grupo terrorista Estado Islámico, han arrojado en total a más de 15 millones de personas de sus hogares.

Afganistán ha sido escenario en los últimos meses de importantes avances en el terreno militar de los talibanes, a pesar de la intervención de una coalición militar liderada por Estados Unidos. Irak vive un conflicto desde hace más de una década, pero la situación se agravó con el control que ganó este año el Estado Islámico de un extenso territorio de este país colindante con Siria.

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DESPLAZADOS
Sin embargo, las cifras son igualmente alarmantes en otras partes del mundo que reciben menos atención mediática, como en el este de África –incluido el Cuerno de África– donde hay cerca de ocho millones de refugiados.

En la región de los Grandes Lagos y el centro del continente africano hay otros seis millones que tuvieron que tomar la ruta del éxodo. Por nacionalidades, congoleses y somalíes son los más numerosos entre los africanos que viven como refugiados o desplazados internos.

La violencia armada –motivada por razones políticas, étnicas, religiosas o el control de zonas ricas en recursos naturales– ha disparado el número de víctimas de desplazamiento forzado en Yemen, que han superado el millón; Sudán del Sur, con medio millón, y Burundi, con cerca de 200.000.

Otros cientos de miles sufren la misma situación en el Congo, Nigeria o República Centroafricana.

La que transcurre en el sudeste de Asia es otra de las crisis que empeoró este año, con más de 94.000 personas que partieron por mar, de Bangladesh y Birmania, en dirección a Malasia e Indonesia, en su huida de la persecución y la pobreza.

La magnitud de esta tragedia se hizo patente con el descubrimiento en mayo de fosas comunes con cientos de cadáveres de inmigrantes y el desmantelamiento de campamentos clandestinos de las mafias de traficantes de personas en la frontera entre Tailandia y Malasia.

OLAS EN EUROPA
Desde mediados de 2015 la atención mundial de la problemática de los refugiados se centró en la inesperada ola de llegadas a Europa, que en unas semanas pasaron de unas decenas a miles cada día, particularmente por Grecia.

Con cerca de 900.000 llegadas reportadas en lo que va del año, lo más probable es que 2015 termine con cifras sin precedentes muy próximo o superior al millón de refugiados e inmigrantes que han desembarcado en territorio europeo.

La respuesta de la Unión Europea a esta crisis ha sido disonante, con la mayoría de países mostrando una actitud de repliegue, a excepción de Alemania, que optó por una política de puertas abiertas.

Tras muchos esfuerzos, los Veintiocho acordaron un sistema para acoger a 160.000 refugiados, de los cuales hasta ahora se han recibido menos de 200, según fuentes del ACNUR.

Esta crisis también se ha cobrado numerosas víctimas en naufragios en el mar Mediterráneo.

EN CIFRAS
3,6 mil inmigrantes murieron ahogados al tratar de cruzar el mar Mediterráneo.

30% de los ahogados fueron niños y adolescentes.



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