¿Tu hijo rechaza
probar nuevos alimentos?
La incorporación de nuevos alimentos puede llegar a ser muy
natural para algunos niños, pero bastante traumática para otros. Hay quienes prueban sabores nuevos y otros que encuentran que les gusta sólo un
par de alimentos y no salen de allí.
Es saludable que el niño vaya probando de todo, pero no es
ningún problema que no quiera hacerlo y no debemos obligarle, pues provocaremos
el efecto contrario: que le tome manía y rechace aún más ese alimento. Hay que
ir con mucha paciencia y mano izquierda y como primer consejo, si tu hijo
rechaza probar nuevos alimentos, no lo presiones.
Obligar no lleva a
nada
Empezamos con mucha paciencia, intentando que pruebe un
poquito primero. ¿Que no te gusta? No pasa nada. Pero a la quinta o sexta vez
que intentamos que coma el plátano y lo escupe, la paciencia ya no es la misma.
Es normal, pero debemos cambiar de estrategia.
La aceptación de un alimento viene asociada a la cantidad de
veces que se ha expuesto a una persona a ese alimento. Se cree que tras
probarlo unas 10 o 15 veces, recién ahí un niño puede llegar a aceptarlo. O sea
que paciencia.
Intenta presentárselo de diferentes maneras. Volviendo al
ejemplo del plátano. Prueba dárselo en batidos, en trozos, combinado con otras
frutas, deja un período de descanso antes de volver a probar, en lugar de
dárselo déjaselo en el plato para que pueda cogerlo con las manos si le
apetece... Prueba, y si aún así no lo come, no desesperes. Más adelante puedes
volver a intentarlo. Tal vez cuando menos te lo esperes, lo acepta sin más.
Neofobia, rechazo a
los nuevos alimentos
La neofobia es un fenómeno muy frecuente en la infancia,
especialmente en torno a los 2-3 años, que tiende a ir desapareciendo después
de los 5 años. El rechazo por los sabores tiene un origen genético (la neofobia
alimentaria es hereditaria en el 78% de los casos) y ambiental.
Hay una explicación evolutiva a este rechazo en la infancia.
En la prehistoria, los niños salían a recolectar frutos silvestres alrededor de
los 2-3 años y debían apartarse de los no conocidos. Los alimentos extraños
podían ser letales, y por tanto, se rechazaban.
A medida que el niño crece este rechazo por los sabores
nuevos desaparece y llegan los sabores adquiridos, los que a base de probarlos
unas cuantas veces, acaban siendo aceptados.
Los padres que controlan en exceso y presionan a sus hijos
para que coman nuevos alimentos puede afectar negativamente al estado emocional
del niño. Según un estudio realizado por la Universidad del País Vasco la
neofobia está asociada a mayor nivel de ansiedad en los niños y a una menor
autoestima.
El ejemplo cuenta
La forma en que nosotros nos comportamos con la comida,
también es importante, ya que el niño ve e imita nuestros comportamientos. Si
somos abiertos a probar nuevos alimentos, los niños lo verán como algo natural,
e incluso les dará curiosidad. Que vean que experimentar puede llegar a ser muy
divertido.
También hay alimentos que pueden no gustarnos, por supuesto,
pero no está bien decir frente a ellos frases como "esto es un asco",
"a quién puede gustarle" o expresiones de rechazo, porque lo que no
le gusta a uno puede gustarle a otro.
Hacer de la comida un
momento agradable
Hay aspectos psicológicos muy ligados a la comida, por eso
es tan importante que hagamos de ese momento un tiempo de relax compartido en
familia.
Sin móviles, sin tele, y sobre todo sin agobios ni
presiones. Un ambiente distendido y agradable es fundamental para que el niño
esté receptivo a probar nuevos alimentos.
También es importante involucrar a los niños en la compra de
los alimentos, que los toquen, vean de donde provienen, así como en la
preparación de las comidas. Meter a los niños en la cocina es una gran
estrategia para que se familiaricen con los alimentos de forma lúdica y así
tengan menos reparo a la hora de probarlos.
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