El
periodista que contó las travesías
del Huáscar y el valor de Grau
Rescates. Hoy se recuerda el Combate
de Angamos, donde murió uno de los más grandes peruanos de la historia, Miguel
Grau Seminario. También se presenta un documental sobre el corresponsal Julio
Octavio Reyes. El libro "El corresponsal del Huáscar" contiene
crónicas de gran valor histórico y periodístico.

En una
narración periodística no debe faltar la descripción, la emoción, el dato
minucioso. La crónica de un suceso nos debe llevar al lugar de los hechos.
Eso es lo
que hacía una figura poco mencionada cada 8 de octubre: el corresponsal de
guerra Julio Octavio Reyes, quien usó las mejores armas del estilo para contar,
por ejemplo, la audacia del Huáscar de ingresar solo a la base general chilena
de Antofagasta, completamente amenazado por cañones en tierra y varios buques
armados.
"Diez o
doce proyectiles pasan silbando furiosamente por sobre nuestras cabezas,
estallan y caen a cortos metros de nuestro costado y por atrás de la popa... El
Abtao y la Magallanes no solo enmudecieron, sino que se ocultaron para no salir
más, detrás de los buques mercantes... Uno de los últimos disparos de la
batería del norte fue para nosotros fatal... Pedazos de vestido que saltan por
el aire empapados en sangre y en fin algo que aterra, confunde y espanta: era
nuestro querido amigo, el bravo teniente 2° Carlos de los Heros... ¡Ha muerto
como un valiente, al pie del cañón y en defensa de su Patria!".
Reyes cuenta
que en la víspera de esta partida había estado con él y otros amigos
compartiendo una comida. Y lo observó triste y pensativo. "Procura tener
salud para pelear, le decía su respetable padre no ha muchos días en una carta
que publicamos".
Así como
esta crónica sobre la incursión del Huáscar en Antofagasta, el 28 de agosto de
1879, el periodista revela muchos detalles de la vida del almirante Miguel
Grau, del Huáscar y sus travesías en la Guerra del Pacífico.
En su
reporte de Antofagasta, enumera: "El combate duró cerca de cinco horas,
principió a la 1.30 p.m. y concluyó cerca de las seis de la tarde... Los
enemigos dispararon 112 cañonazos y el Huáscar 27 con los de la torre y uno con
los de batería de popa: en total 28".
Termina su
envío con un acto de respeto que realiza un embarcación norteamericana cuando
el buque peruano se aleja: "Al pasar el Huáscar por la popa de la fragata
de guerra norteamericana Pensacola nos saludó esta, con nuestro Himno Nacional,
ejecutada por su magnífica banda de música... En el muelle (a Grau) lo
aguardaban todas las clases sociales de Arica y Tacna, y con música y cohetes
lo acompañaron hasta la casa que ocupa el supremo director de guerra".
Pero ¿quién
es Julio Octavio Reyes? Huachano, nacido en 1850, trabajó desde 1874 en el
diario "La Opinión Nacional" de Andrés Avelino Aramburú.
VIDA DE CORRESPONSAL
Se convirtió
en corresponsal cuando se desató la Guerra del Pacífico y compitió con José
Rodolfo del Campo de "El Comercio" asignado a la fragata
Independencia y luego a la corbeta Unión; con el uruguayo Benito Neto de
"La Patria"; y el portugués Manuel F. Horta de "El
Nacional".
Julio
Octavio Reyes es el personaje principal de "El Corresponsal del
Huáscar", de Luis Enrique Cam, un libro con sus crónicas acerca de los
sucesos en la campaña de 1879.
Gracias a
sus conocimientos, llegó a ser también secretario privado de Miguel Grau, quien
incluso le ofreció un cargo oficial, pero el periodista no aceptó asegurando
que era suficiente haber cumplido con la patria "en calidad de simple
ciudadano".
Por la pluma
de Reyes no solo se conocen la incursión del Huáscar en Antofagasta, también
relata la captura del transporte chileno Rímac, los detalles del combate de
Iquique, las tragedias de las fuerzas peruanas, los emocionantes discursos de
Grau... Y también se conoce la fatalidad del 8 de octubre, de la que Reyes se
salva por cosas del destino.
Este
cronista relata con ágil prosa no solo encuentros con las fuerzas enemigas,
también reporta las inclemencias del clima, del mar embravecido, los esfuerzos
de la tripulación.
"Los
muebles rotos se precipitaban de un lado a otro mientras varios oficiales se
aferraban fuertemente en las columnas y otros caían y rodaban por el suelo...
Aquello no eran balances sino movimientos vertiginosos, capaces de crispar los
nervios y atemorizar al hombre más valiente. Cinco minutos duró la virada, pero
que parecieron un siglo".
El
historiador y periodista Héctor López Martínez recuerda que Reyes no eludía los
temas polémicos, como cuando cuestiona en un folleto los crueles métodos usados
contra los náufragos de la Independencia a diferencia del acto humanitario de
Grau de salvar a los sobrevivientes de la Esmeralda.
El
corresponsal reseñó varios momentos de dolor e incertidumbre como la pérdida
del joven Antonio Cucalón. "El buque llevaba en esos instantes grandes
balances y el agua corría de un lado a otro en abundancia, al pasar del
castillo de proa, por el lado de babor resbaló probablemente y fue arrebatado
por las olas".
A Reyes le
unía una gran amistad con Cucalón. Fue uno de los que emprendieron su búsqueda
por toda la embarcación. Pero no pudieron hallar al marinero que "vino a
bordo del Huáscar abandonando las comodidades de la familia a pedir un puesto
por humilde que fuese y sin remuneración de ningún género".
"Su
pérdida es muy sensible y al recordarla tiemblan nuestras manos, y el dolor más
intenso constristan nuestras almas".
Julio
Octavio Reyes no estuvo en el Combate de Angamos, el 8 de octubre, donde murió
Grau.
El 30 de
setiembre el Huáscar viaja de Arica a Iquique y el corresponsal baja a tierra
para dejar y recoger correspondencia, "y cuando regresamos a bordo 15
minutos antes de los que nos designó el comandante para la partida, vimos con
sentimiento que el Huáscar se encontraba ya a mucha distancia de la
bahía". Alertado por el arribo de buques enemigos, Grau había ordenado
zarpar de inmediato.
En uno de
sus escritos, Reyes recuerda cuando vio a Grau antes del desenlace: "Estoy
muy triste, algo, cuya causa ignoro, me tiene atormentado desde la mañana, nos
decía nuestro querido y respetable jefe, y reclinando su cabeza sobre las
manos, permanecía mudo y silencioso, comunicándonos también su tristeza".
TESTIGO DE LA GUERRA
Ocurrida la
muerte del héroe, el cronista describe el dolor que causa entre los peruanos su
deceso, la desventura de saber que el Huáscar no surcará más los mares en
defensa del país.
"Se
perdió el Huáscar" era la palabra que se repetía de labio en labio como en
Arica y en el semblante de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad y en
el de los jefes y oficiales y soldados del ejército aliado se traslucía el
dolor que los dominaba".
Después,
Reyes sirvió a órdenes de Cáceres,
residió en Guayaquil, hasta que cerca del Chimborazo falleció el 31 de marzo de
1903.
Pero dejó
sus escritos con muchos conocimientos marítimos, llenos de humanidad, de
emoción por una guerra que marcó nuestro destino. No fue un observador, vivió
la guerra y la transmitió en sus palabras. Dejó su huella en la historia.
"Mucho de lo que sabemos de la
epopeya del Huáscar se debe a él"
“El
documental y el libro pretenden rescatar del olvido la vida y el trabajo
periodístico de Julio Octavio Reyes, un héroe de la sociedad civil. Mucho de lo
que hoy sabemos de lo que ocurrió en la epopeya del Monitor Huáscar lo sabemos
gracias a las crónicas que escribió durante toda la campaña naval de la Guerra
del Pacífico”, dice el autor de "El corresponsal del Huáscar",
experimentado documentalista con varios trabajos en su haber. Y agrega: “El nombre
y la presencia de Reyes han sido olvidados y perdidos entre el fragor de los
combates de la guerra del Pacífico”.
Michel
Laguerre Kleimann*
La Marina de
Guerra del Perú tiene el privilegio de ser una Institución con orígenes que
datan del periodo auroral de la conquista y virreinato del Perú. Este
enriquecimiento producido por el paso añoso del tiempo ha creado la tradición y
mística de los hombres de mar que han servido de escudo y de arma en favor de
la estabilidad y soberanía del país.
No es
posible ignorar el amplio y nutrido “ADN histórico naval” que hemos heredado de
hombres capaces de dejar distintas intensidades de huellas.
En la Marina
contamos con una pléyade de personajes que enorgullecerían a las Armadas y
pueblos de cualquier nación. El prestigio institucional que se ha logrado
mantener y se esfuerza en superar, es el resultado de los apellidos que
sirvieron, primeramente, dentro de nuestra organización, para luego sobresalir,
también, en áreas tan amplias como las letras, la música, la cátedra, los
negocios, la política, el magisterio, entre otras.
Es así que
se inmortalizan para las nuevas generaciones: Juan de Althaus Dartnell, Luis B.
Arce Folch, Luis Aubry López, Roberto Badham, Carlos Borda, Pedro Buenaño,
Ernesto Caballero y Lastres, Juan B. Cobián, Emilio Delboy, Manuel David Flores
y Peñaloza, José R. Gálvez, Pedro Garezón, Felipe de la Torre Bueno, Tomás
Lama, José Ernesto de Mora, Juan Manuel Ontaneda, Augusto R. Pimentel, Ernesto
Salaverry, Eulogio Saldías, Federico Sotomayor y Vigil, Guillermo Spiers, Ramón
Valle Riestra, y muchísimos más.
Pero no hay
duda alguna de que entre la ilustre élite de hombres que formaron y conforman
las filas de la Armada, uno sobresale por la legitimidad y capacidad de unión
que las cuatro letras de su apellido convoca: Grau.
Es por ello
que aquel lejano 8 de octubre de 1879 que hoy rememoramos, marca el inicio del
viaje a la eternidad de manera coherente y sin mentiras ni verdades forzadas.
El combate naval de Angamos no crea a Grau, al contrario, Grau le da al combate
naval de Angamos su lugar en la historia.
Su calidad
humana, evidenciada con el cúmulo de valores que Grau practicó durante su vida,
no debe perderse. Es así que conjuntamente con el apoyo de la empresa
Telefónica, desde hace cuatro años, la Marina de Guerra viene desarrollando la cruzada
nacional de valores Somos Grau, Seámoslo Siempre, que este 29 de octubre
premiará a los postulantes de las categorías “Lealtad”, “Honestidad” y
“Dignidad”.
Lo que se
busca “es generar un clima de reflexión y confianza que favorezca el desarrollo
de una sociedad inclusiva, humanista, democrática y productiva, que aporte al
fortalecimiento de nuestra identidad nacional, motivando la formación de
valores morales”.
En ese
sentido, la flamante publicación editada por Luis E. Cam "El Corresponsal
del Huáscar" nos permite tener una visión íntima y real de los miedos,
alegrías y pormenores que ocurrían entre los tripulantes de la nave que comandó
el “Peruano del Milenio” durante la Guerra del Pacífico. (* Teniente primero de
la Armada)
Carlos
Páucar - La República
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