lunes, 26 de octubre de 2015

POLICIALES



Una laptop entregada por un ladrón destapó 
los abusos sexuales contra decenas de niños

Colegio de chincha. Habitantes del poblado de San Matías, en El Carmen, están aterrados. Javier Guerra Salguero, un sujeto que llegó como guardián, y que después pasó a ser auxiliar de educación y hasta maestro sustituto, se grabó y fotografió sometiendo sexualmente a escolares. Sujeto confesó que cometía dichos actos desde el 2000.

Confesó. El auxiliar Héctor Guerra Salguero confesó que desde el año 2000 estuvo cometiendo sus atrocidades 

Su figura encorvada y su mirada perdida no demuestran su doble personalidad. Nadie en el pueblo de San Matías sabe por qué, pero desde que conocieron a Héctor Javier Guerra Salguero sintieron la necesidad de ayudarlo. Hoy se arrepienten profundamente.

Lo recibieron como guardián del único colegio del pueblo, después lo promovieron a auxiliar de educación y luego a maestro sustituto de matemáticas. Le confiaron a sus hijos. Hoy no quieren ni escuchar su nombre. Lo odian y desean que muera en la cárcel, encerrado como una bestia.

PIEZA CLAVE
Esta historia que ha conmocionado al pequeño pueblo de San Matías, en Chincha, se inicia con el hallazgo de un extraño paquete en una calle de El Carmen: un sobre de papel en forma de encomienda. Estaba dirigido a la policía.

El remitente: un anónimo, un ladronzuelo que sin imaginar que abriría la puerta del infierno robó una tarde una laptop al auxiliar del pequeño colegio de San Matías.

Imposible saber si fue el  rezago de un sentimiento de solidaridad o de indignación lo que llevó a este desconocido ladrón a realizar dicho gesto. Lo concretó es que decidió entregar la computadora a la policía y con ello poner al descubierto a un monstruo, a un pervertido, a un abusador de niños.

Cuando los policías revisaron el sobre y encontraron la laptop negra, pensaron que les estaban jugando una broma. ¿Un regalo?, imposible, debía ser un despistado ciudadano que se equivocó de destinatario. 

Debían averiguar y encendieron la computadora. Lo que encontraron no puede ser descrito con simples palabras. Decenas de fotografías y videos, audios de abusos, sometimientos y ultrajes sexuales.

No lo podían creer. Ahí, en el pueblo de San Matías, donde todos se conocen y estiman, donde la amistad y solidaridad caracteriza a la gente, había un monstruo viviendo tras una falsa imagen.

Tenían que actuar y lo hicieron de inmediato. Lo primero fue llamar al fiscal Rubén Alvarado Telles, con quien revisaron el contenido de la laptop.

Una primera conclusión los llevó a la siguiente afirmación: son al menos 15 las víctimas, todas menores de edad.

Faltaba saber quién era el sujeto que aparecía en las imágenes al lado de los menores.

No tardaron en descubrir al hombre de figura encorvada y mirada perdida. Sí, era él, Héctor Javier Guerra Salguero, de 40 años, el auxiliar de la institución educativa N° 22865 San Matías, en el centro poblado del mismo nombre.

LO CREÍAN INOCENTE
Las más de 60 familias que habitan en San Matías ignoraban hasta ese momento lo que venía ocurriendo no desde hace unos meses o semanas, sino desde hace más de una década. Quizá el temor o la vergüenza evitó que los niños del pueblo, ahora adolescentes, revelen el terror al que fueron sometidos.

Por ello, cuando agentes policiales llegaron al colegio para detenerlo, muchos padres de familia creyeron que se trataba de una injusticia. "¿Qué está pasando? Si él no mata ni  una mosca", lo defendían convencidos de su inocencia. Pero esa imagen que tenían de él se quebró al descubrir el motivo de su arresto.

El teniente coronel PNP Mario Leo Mendoza, jefe del grupo de inteligencia que durante 72 horas analizó las carpetas halladas en la laptop, reveló que en muchos de los videos se observa al agresor sexual entregándole dinero, bebidas alcohólicas e incluso celulares a sus víctimas, a modo de chantaje para que no lo denuncien.

"Al momento en que lo detuvimos, también encontramos en sus bolsillos droga (80 sobres con pasta básica de cocaína y 5 bolsitas de marihuana), la cual habría usado para someter a los menores. Esto se determinará en los días que dure la investigación", indicó el coronel Julio Castañeda Castillo, jefe territorial de Chincha.

TERRIBLE CONFESIÓN
Con todas las evidencias en su contra, a Héctor Guerra Salguero no le quedó más que confesar. Sin embargo, ni los agentes que lo intervinieron, ni el fiscal que lo interrogaba, estaban preparados para escuchar lo que revelaría avergonzado, lloroso, tratando de provocar lástima, como hizo en el pasado con los pobladores que ahora lo repudian.

“Sí, acepto que he utilizado a niños de 8 a 11 años de edad, para abusar de ellos. Les daba dinero que necesitaban para alimentarse, o les compraba recargas para sus celulares. También les obsequiaba cosas. Vengo actuando así desde el año 2000", declaró en presencia del fiscal penal de la provincia, Rubén Alvarado Telles.

"Todo lo que hice lo grabé en mi computadora. Guardé videos y un álbum fotográfico para tenerlo de recuerdo. En la actualidad tengo a un menor de 13 años, al que convencí para que me satisfaga sexualmente a cambio de 100 soles”, agregó en su manifestación ante la sorpresa y la indignación de sus interrogadores.

AYUDA PSICOLÓGICA        
Tras la confesión, el comandante Mario Leo Mendoza y el fiscal Rubén Alvarado, se reunieron de emergencia con el director del centro educativo, Alfredo Luis Salazar Gómez, para explicarle la situación. Luego convocaron a los padres de familia ese día, jueves, a las 5.30 de la tarde, en una de las aulas del colegio.

"Es una situación delicada. Muchos de los menores han quedado marcados por este hecho. Son más de quince años de abusos que este sujeto venía cometiendo y que podría tener repercusión en el futuro, pues se sabe que un menor abusado no se recupera fácilmente del trauma", explicó uno de los docentes que no podía creer lo que acababa de descubrirse.

La doctora María del Carmen Santiago, del Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer (MIMP), también participó en la reunión y se comprometió a brindar orientación y ayuda psicológica, tanto a los menores afectados como a los padres de familia y al resto de alumnos. Seguiremos con este caso.

Alexi Velásquez – La República




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